Cristina Kirchner rompe su promesa y vuelve a la política

La decisión, que sacudió el tablero político a solo cuatro meses de las legislativas, marca un giro estratégico que combina la necesidad de protección institucional ante sus causas judiciales con el intento de conservar el control sobre el bastión peronista más sólido del país.
La expresidenta había sido categórica en diciembre de 2022, tras ser condenada en la causa Vialidad. En aquel momento sostuvo que no sería “candidata a nada”, afirmando que su nombre no aparecería en ninguna boleta electoral. Ratificó esa postura en 2023, en una carta pública donde insistió en que no se sometería a la lógica del poder judicial ni prestaría su figura como “mascota del sistema”. Pero el panorama actual, con una condena ratificada en segunda instancia y la Corte Suprema evaluando su caso, alteró las variables políticas y jurídicas que la rodean.

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Su regreso puede leerse en dos planos. En el judicial, Cristina busca asegurarse fueros parlamentarios que, aunque no impidan una eventual condena firme, sí bloquean cualquier orden de detención sin previo desafuero. En un país donde la prisión preventiva ha sido utilizada con criterios desiguales y, en ocasiones, con carga política, el blindaje que ofrece una banca legislativa cobra valor estratégico. En el plano político, su candidatura parece también una respuesta a la fragmentación interna del peronismo. En un contexto de crisis económica, descontento social y avance de la derecha encabezada por Javier Milei, la expresidenta se posiciona como garante de la identidad kirchnerista y del control territorial en el conurbano bonaerense.
El discurso de campaña no oculta ese propósito: Cristina se presenta como una figura que, lejos de retirarse, regresa para enfrentar a un gobierno que considera destructor del Estado y enemigo de los sectores populares. Al mismo tiempo, se reserva un rol de conducción dentro de su espacio político, manteniendo la autoridad sobre las candidaturas y las alianzas de Unión por la Patria, que en estos meses busca reorganizarse ante el nuevo mapa político.

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En su primer spot, la narración recorre sus años de gobierno y enfatiza su decisión de “no ser indiferente” ante el retroceso de derechos. Aunque formalmente se postula a una banca en la legislatura provincial, su nombre vuelve a condicionar la política nacional. Lo que parecía una retirada definitiva se transforma en un nuevo capítulo de su larga presencia en el escenario argentino, esta vez desde un rol menos institucional, pero igual de influyente.
El giro puede entenderse como una jugada defensiva, una maniobra electoral o una reafirmación de liderazgo. Probablemente sea las tres cosas a la vez. Cristina vuelve, no porque quiera desmentirse a sí misma, sino porque el contexto la obliga. Lo que está en juego no es solo su futuro personal, sino también la arquitectura del peronismo bonaerense y su capacidad de resistir al nuevo ciclo político que se abre en el país.


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