El Congreso y los diputados que votan “con el culo”

El Congreso y el freno de mano: Reflexiones sobre la representatividad
POR ALEJANDRO CALANDRA
El 50% de todo el cuerpo legislativo se renueva cada dos años en todos los niveles, salvo los senadores nacionales, que se renuevan en un tercio. Las elecciones legislativas de este año 2025 incluyen a los representantes encargados de votar leyes, tasas y presupuestos, desde los concejales municipales hasta los miembros del Congreso Nacional.

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Estados Unidos tiene un sistema similar, ya que su Constitución inspiró la nuestra en 1853. Sin embargo, otros países, como Francia, renuevan toda la cámara baja cada cinco años y el Senado en un 50% cada tres años. En el Reino Unido, se renueva toda la Cámara de los Comunes cada cinco años, mientras que en Alemania y España el período es de cuatro años.
Nuestro sistema tiene ventajas, como la de mejorar la representatividad al permitir que los ciudadanos voten directamente. Además, refleja con mayor rapidez los cambios en la opinión pública. Sin embargo, también presenta desventajas: genera mayorías legislativas fragmentadas y puede dar lugar a una oposición que busque frenar o demorar reformas con la esperanza de obtener mejores resultados en futuras elecciones. Esto retrasa la implementación de medidas, lo que, a su vez, genera incertidumbre económica.

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Donald Trump asumió la presidencia con mayoría en ambas cámaras legislativas, lo que le permitió implementar rápidamente las reformas necesarias para cumplir sus promesas de campaña. Por otro lado, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, asumió en 2019 con minoría legislativa. Tras la renovación de las elecciones legislativas del 2021, logró el apoyo necesario para controlar más de dos tercios de la Asamblea Legislativa. Esto le permitió aprobar leyes sin necesidad de negociar con la oposición para reformar legislaciones, nombrar jueces y al fiscal general. Gracias a estas acciones, El Salvador se convirtió en un referente en Latinoamérica, tanto por su estrategia contra las maras como por decisiones innovadoras, como adoptar bitcoins en su tesoro.

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En Argentina, el estado actual de la fuerza de Javier Milei en el Congreso muestra un escenario complicado. El libertario cuenta con menos del 15% del total de bancas en la Cámara de Diputados (37 legisladores, tras las elecciones generales del 22 de octubre de 2023) y menos del 10% en el Senado (siete bancas). Asumió con minoría en ambas cámaras y en los concejos deliberantes de cada municipio, lo que representa una desventaja para implementar las resoluciones y promesas de campaña que le valieron el mandato presidencial.
Por otro lado, la percepción pública del Congreso Argentino es preocupante. En octubre de 2024, solo un 15% de los ciudadanos tenía una valoración positiva del mismo, mientras que el 49% tenía una opinión negativa, el 31% lo evaluaba como regular y el 5% no sabía o no contestaba (según la consultora Isasi/Burdman). En contraste, en diciembre de 2024, la imagen del presidente era positiva en más del 53%, y su gestión contaba con un 60% de aprobación (Consultora Opina Argentina). Como diría mi tía: “¡No hay Alcoyana - Alcoyana!”. Y esta misma desconexión se repite en los municipios.
No me extraña la valoración negativa que el ciudadano tiene del Poder Legislativo. Hace tres años, conversaba con el anciano padre de una amiga, quien recordaba que cuando era niño (en la década de 1940), su madre lo llevaba al Congreso para escuchar los debates de los legisladores como parte de su aprendizaje. ¿Llevarías hoy a tu hijo al Congreso con esa misma finalidad? Mi encuesta personal entre amigos y conocidos arrojó un rotundo no. Claramente, en materia de legisladores y oratoria, hemos nivelado para abajo.
Como perla es sabido que en el Congreso de la Nación es conocida la frase: “El diputado vota con la mano o con el culo”, haciendo referencia a levantar la mano para votar o simplemente estar ausente para afectar el quórum. Claramente, a la cabeza no se la nombra en el momento del acto del voto legislativo.
Por suerte, nuestra Constitución, que nos permite el recambio legislativo cada dos años, los ciudadanos pueden ajustar la composición del Poder Legislativo y resolver esta disonancia entre un presidente con 53% de imagen positiva y un Congreso con 80% de imagen negativa.
La democracia nos brinda la posibilidad de corregir el rumbo, pero también nos llama a reflexionar: ¿Estamos eligiendo a los legisladores adecuados y en número suficiente, para acompañar las reformas que el país necesita?
Estas elecciones legislativas son una oportunidad para equilibrar las relaciones de poder entre el Ejecutivo y el Legislativo en todos los niveles.
Tener tanto diputado “votando con el culo” es como manejar un auto con el freno de mano puesto. Si los frenos se rompen, quién sabe adónde iremos a parar.


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