El bullying como tragedia silenciosa: un caso en Mercedes reaviva el debate sobre el suicidio adolescente

Un adolescente de la ciudad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, decidió quitarse la vida hace apenas unos días. Si bien los detalles del caso se mantienen con la reserva que requiere una situación tan delicada, familiares, allegados y sectores de la comunidad apuntan al bullying como uno de los factores que habrían influido en esta decisión irreversible.
Aunque el caso no fue aún confirmado oficialmente como consecuencia directa del acoso escolar, sirve como un disparador para abordar un problema estructural y doloroso que afecta a miles de adolescentes en todo el país. El bullying, o acoso sistemático entre pares, ya no es un fenómeno marginal: según datos del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad de Buenos Aires, el 60% de los estudiantes de nivel secundario asegura haber presenciado situaciones de hostigamiento en sus escuelas, y un 30% dice haberlas sufrido personalmente.

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Pero las cifras más alarmantes no terminan ahí. De acuerdo con datos del Ministerio de Salud, en Argentina durante 2022 se registraron 394 suicidios de niños, niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años. Es decir, más de uno por día. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que el suicidio es hoy la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años a nivel global.
El bullying no es solo físico. Las formas más modernas incluyen el hostigamiento psicológico, el aislamiento social y, en los últimos años, el ciberacoso: ataques a través de redes sociales, mensajes o publicaciones que muchas veces escapan del control de adultos responsables y pueden repetirse una y otra vez, incluso fuera del ámbito escolar.
En Mercedes, la noticia sacudió a toda la comunidad. Como suele ocurrir en estos casos, hay dolor, silencio y también preguntas: ¿se pudo haber hecho algo más? ¿Quiénes vieron las señales? ¿Fallaron los adultos? La escuela, como institución fundamental en la vida de niños y adolescentes, debe ser el primer espacio de contención y prevención, pero no el único. La familia, los amigos, las redes comunitarias y los equipos de salud mental deben actuar coordinadamente ante la menor señal de alarma.
“El bullying deja huellas emocionales muy profundas. Las víctimas suelen sentirse solas, avergonzadas y sin salida. Cuando esa situación se prolonga en el tiempo y no hay intervención adulta, puede llevar a consecuencias graves como la depresión o incluso el suicidio”, explica la psicóloga infantil Mariana Tello, especialista en vínculos escolares.
Desde algunos sectores se reclama mayor presencia del Estado con políticas activas de prevención: equipos interdisciplinarios en las escuelas, protocolos de actuación claros ante situaciones de violencia, campañas de concientización que lleguen tanto a los adolescentes como a sus familias. Pero también se apunta a la necesidad de un cambio cultural más profundo, que fomente la empatía, el respeto por la diversidad y el rechazo al maltrato en cualquiera de sus formas.
La ley nacional 26.892, sancionada en 2013, establece principios y lineamientos para la promoción de la convivencia y la prevención de conflictos en el ámbito escolar. Sin embargo, su implementación ha sido dispar en todo el país, y muchas veces las escuelas no cuentan con los recursos necesarios para cumplir con lo que la norma propone.
Mientras tanto, el silencio sigue siendo uno de los principales aliados del bullying. Muchas víctimas no denuncian por miedo, vergüenza o porque creen que “nadie va a hacer nada”. Por eso es fundamental que desde los primeros años se trabaje en la educación emocional, la resolución pacífica de conflictos y la construcción de vínculos sanos.
El reciente caso en Mercedes no debería ser simplemente una estadística más ni un episodio trágico que se olvida con el tiempo. Debe servir como punto de inflexión. Porque cada vez que un adolescente siente que su vida no vale la pena, algo está fallando en la sociedad entera.
Si vos o alguien que conocés está atravesando una situación difícil, recordá que no estás solo. En Argentina podés comunicarte con el Centro de Asistencia al Suicida al 135 (línea gratuita desde Capital y Gran Buenos Aires) o al (011) 5275-1135 desde todo el país. También podés llamar al 0800-333-1133, línea de asistencia del Hospital de Niños de La Plata.
Hablemos. Escuchemos. Intervengamos a tiempo. Porque la vida de cada joven importa.

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