Un primero de mayo que marcó la historia: aniversario de la Constitución Nacional

El 1° de mayo no sólo remite al homenaje a quienes sostienen con su esfuerzo cotidiano la economía y el entramado social del país. También convoca a la memoria de un acontecimiento fundacional: la sanción de la Constitución Nacional Argentina en 1853, en la ciudad de Santa Fe, que sentó las bases de la organización republicana y federal tras décadas de conflictos internos.
Aquel texto, aprobado por el Congreso Constituyente, fue resultado de un complejo proceso político y jurídico que buscó dejar atrás los enfrentamientos civiles y las disputas sobre la forma de gobierno. Luego de la caída de Rosas en Caseros, Justo José de Urquiza impulsó el Acuerdo de San Nicolás, que permitió reunir a representantes de distintas provincias con el objetivo de construir un marco legal común. Buenos Aires, sin embargo, se mantuvo al margen y no participó de esa convocatoria inicial.

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En ese escenario de búsqueda de unidad, las ideas de Juan Bautista Alberdi jugaron un papel decisivo. Su obra “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”, publicada en 1852, sirvió de guía para la redacción del nuevo ordenamiento constitucional. Alberdi propuso adaptar los principios del constitucionalismo liberal a la realidad del país, priorizando la organización del poder estatal, el estímulo a la inmigración y el desarrollo económico. Su influencia fue reconocida por muchos de los constituyentes que elaboraron el texto aprobado el 1º de mayo del año siguiente.

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La Constitución de 1853 tomó como modelo la de los Estados Unidos, pero incorporó también elementos propios del derecho europeo y de la tradición jurídica hispanoamericana. Estableció la división de poderes, garantizó derechos individuales, organizó el federalismo y delineó un sistema representativo para la elección de autoridades. Fue, en ese sentido, un intento de sentar un piso común que permitiera consolidar una nación en medio de un territorio fragmentado.

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Pese a su rechazo inicial, Buenos Aires se incorporó al régimen constitucional tras la reforma de 1860, que introdujo modificaciones claves para alcanzar un acuerdo más amplio. A partir de allí, y con sucesivas reformas en 1866, 1898, 1957 y 1994, la Carta Magna fue evolucionando sin perder de vista el núcleo de principios que la originaron.
Recordar la sanción de la Constitución Nacional no es sólo un ejercicio de historia institucional. Es también una oportunidad para reflexionar sobre la vigencia de sus principios, sobre el papel del derecho en la vida democrática y sobre el esfuerzo que implicó construir un marco común desde la diversidad. A la par del reconocimiento al trabajo, este 1° de mayo invita a mirar hacia ese acto fundacional que dio forma al país y que, como escribió Alberdi, buscó “gobernar es poblar” pero también organizar, garantizar derechos y construir ciudadanía.

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