La Boleta Única de Papel se convierte en ley y revoluciona el sistema electoral
La aprobación definitiva de la Boleta Única de Papel (BUP) en la Cámara de Diputados marca un punto de inflexión en la historia electoral argentina. Con el respaldo de La Libertad Avanza, el PRO, la UCR y otros bloques, y la oposición del kirchnerismo, esta nueva modalidad de sufragio promete eliminar prácticas cuestionadas y modernizar el proceso electoral.
La implementación de la BUP supone el fin de múltiples boletas partidarias en el cuarto oscuro, transfiriendo al Estado la responsabilidad de confeccionar una única papeleta oficial. Este cambio busca garantizar equidad entre las distintas fuerzas políticas, asegurando el mismo espacio y visibilidad para todos los candidatos, independientemente de su capacidad logística o económica.
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Entre los beneficios más destacados se encuentra la eliminación de maniobras irregulares como el “voto cadena” y las prácticas clientelares. Además, resuelve problemas recurrentes como la falta o sustracción de boletas en los lugares de votación. La nueva metodología también representa un ahorro significativo en costos de impresión y reduce el impacto ambiental por el menor uso de papel.
Gala Díaz Langou, directora ejecutiva de CIPPEC, una de las organizaciones que impulsó la reforma desde 2009, celebró la sanción y enfatizó la importancia de una reglamentación sólida para su primera implementación nacional. “Las elecciones en nuestro país son limpias y justas, pero siempre hay espacio para mejorar”, afirmó.
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El modelo adoptado sigue el formato mendocino, donde los cargos aparecen en el margen izquierdo horizontalmente y los partidos en columnas verticales. Los votantes deberán marcar con una cruz sus preferencias para cada categoría, pudiendo elegir candidatos de diferentes fuerzas políticas, mientras que el voto en blanco se expresará dejando el casillero sin marcar.
Sin embargo, la nueva ley no está exenta de críticas. Algunos señalan que en distritos con muchos candidatos, no todos los nombres podrán aparecer en la boleta, limitándose a los primeros cinco para diputados nacionales. También existe preocupación por la posible confusión que podría generar en los votantes una papeleta de gran tamaño con múltiples opciones.
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La implementación de la BUP para cargos nacionales coexistirá con los sistemas electorales locales, lo que significa que las provincias podrán mantener sus métodos actuales para elecciones de gobernadores y legisladores provinciales. Esta dualidad plantea nuevos desafíos logísticos y de comunicación para asegurar que los votantes comprendan claramente ambos sistemas.
El cambio no solo afecta la mecánica del voto, sino que también promete transformar la dinámica política. La eliminación del “efecto arrastre” y la reducción de la influencia del aparato electoral tradicional sugieren un futuro donde la comunicación directa y las propuestas tendrán más peso que el control territorial durante las elecciones.
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