El kirchnerismo salió “a la caza” del voto de Petty Laporta

La discusión por el aumento de tasas dejó al oficialismo frente a un límite que no admite interpretaciones creativas. En la Asamblea de Concejales y Mayores Contribuyentes, el oficialismo y sus mayores contribuyentes suman 18 votos. Para aprobar el proyecto necesitan 19. Falta uno. Y ese dato condiciona todo lo demás.
La oposición, al menos en el plano formal, ya fijó postura. Los mayores contribuyentes opositores adelantaron que no acompañarán ninguna suba de tasas. El planteo es directo: si el Ejecutivo pretende avanzar, deberá negociar y reducir los porcentajes de aumento. Sin esa concesión, no habrá respaldo.

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Con ese escenario, al oficialismo solo le quedan dos caminos posibles. Uno es político y explícito: sentarse a negociar, ceder en el monto de las tasas y asumir el costo de modificar su propuesta original. El otro es más sutil y, a la vez, más frágil: conseguir el voto de Aida Petty Laporta, la única concejal opositora que no se alineó con el vacío institucional.
En ese marco adquiere otro espesor la reciente designación de Petty Laporta como vicepresidenta primera del HCD. El cargo le fue otorgado con los votos exclusivos del oficialismo y el propio voto de la concejal radical.
A esa escena se sumaron en las últimas horas las declaraciones públicas de Sabrina Viñales, concejal oficialista que fuera elegida en 2017 por Juntos por el Cambio y que hoy ocupa su banca dentro del espacio kirchnerista, siempre desde el partido Fe. Viñales salió a reivindicar con énfasis la coherencia, la trayectoria y la conducta republicana de Petty Laporta, destacándola como la única edil opositora que no cayó en el vaciamiento institucional.

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El mensaje no pasó inadvertido. El elogio explícito, la defensa pública y la diferenciación respecto del resto de la oposición aparecen justo cuando el oficialismo necesita un voto ajeno para destrabar una votación clave. La apelación a la ética y a la responsabilidad institucional funciona, en este contexto, como un marco discursivo que busca legitimar lo que desde la oposición considerarían una traición de darse en la próxima sesión del 29 de diciembre.
La paradoja es evidente. El oficialismo necesita un voto que no tiene y lo busca en una concejal opositora, mientras la validación pública llega de la mano de una edil que llegó al Concejo por Juntos por el Cambio, se fue, y hoy volvió como parte del bloque oficialista. En política local, las ironías no siempre son involuntarias.
Con los números sobre la mesa, el margen se achica. O hay negociación y baja de tasas, como exige la oposición, o el oficialismo logra capturar ese voto que hoy resulta decisivo. Todo lo demás —discursos, elogios y llamados a la coherencia— gira alrededor de una sola certeza: sin 19 votos, no hay aumento. Y la caza por el voto de Petty ya empezó.

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