¿Habrá ruido o conciencia esta Nochebuena en Mercedes?

La pregunta vuelve a instalarse cada diciembre en Mercedes: qué pasará esta Nochebuena con la pirotecnia sonora. A pesar de que existe una ordenanza que prohíbe su uso y de años de campañas municipales orientadas a desalentarla, los estruendos siguen formando parte del paisaje de las celebraciones. Frente a ese escenario, el Municipio redobla nuevamente su mensaje, aunque sin ocultar que el desafío sigue siendo el mismo.
Desde la Dirección de Discapacidad, su titular, Tatiana López, volvió a pedir conciencia y empatía a la comunidad. El llamado no apunta solo al cumplimiento de una norma, sino a una revisión más profunda de las prácticas sociales que se repiten casi por inercia. La consigna, insistió, es clara: celebrar con más luces y menos ruidos.

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La funcionaria remarcó que la pirotecnia sonora no es un detalle menor ni una molestia pasajera. Para muchas personas, el impacto es real y severo. Personas con discapacidad, adultos mayores, veteranos de guerra y quienes atraviesan situaciones de salud mental vulnerable viven esos minutos como una experiencia angustiante. En algunos casos, las fiestas se transforman en horas de encierro, aislamiento o crisis que podrían evitarse.
El mensaje también interpela de lleno a las familias. Desde el área se subraya la responsabilidad de los adultos a la hora de transmitir valores y conductas a los más chicos. No se trata solo de prohibir, sino de explicar por qué el ruido puede lastimar y por qué una celebración no debería implicar sufrimiento ajeno. Dar el ejemplo aparece como una pieza central de cualquier cambio cultural posible.
En ese sentido, la Dirección de Discapacidad viene trabajando de manera articulada con otras áreas municipales, como Juventud y Salud Mental. En los últimos días se desarrollaron encuentros con estudiantes de nivel primario para abordar el tema desde una perspectiva educativa, lejos de los discursos sancionatorios. La idea es clara: que la restricción de la pirotecnia sonora no sea vista como un capricho, sino como una política pública orientada a la inclusión.

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A pocas horas de una nueva Nochebuena, el interrogante sigue abierto. Las campañas de concientización se repiten y el pedido se renueva, aun cuando la experiencia demuestra que el cumplimiento dista de ser pleno. Entre la tradición, la norma y la empatía, Mercedes vuelve a jugarse una noche que, para muchos, puede ser de festejo o de padecimiento. La diferencia, una vez más, estará en la decisión colectiva.

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