La advertencia brasileña que inquieta al mapa bonaerense

Un documento de opinión firmado por Luis Gotte, autor de la serie Buenos Ayres Humana, plantea una alerta contundente: la reciente crisis social y territorial de Río de Janeiro debe servir como espejo para la provincia de Buenos Aires. El texto sostiene que la expansión desordenada, la falta de control estatal y la consolidación de estructuras paralelas de poder en la ciudad brasileña no son fenómenos lejanos, sino señales que podrían replicarse en territorio bonaerense si no se encaran transformaciones estructurales.

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El análisis parte de la experiencia de las favelas cariocas, surgidas de procesos prolongados de migración interna, informalidad económica y debilitamiento estatal. Ese escenario, según Gotte, configura un “urbanismo sin Estado”, donde las organizaciones criminales ocupan el vacío institucional y desplazan a las autoridades. La comparación pretende iluminar lo que el autor describe como una “conurbanización extendida” en la provincia, con nuevas zonas de asentamiento acelerado en ciudades medias como Bahía Blanca, Mar del Plata, Tandil o Villa Gesell, alimentadas por el desplazamiento interno desde el Área Metropolitana.
Para Gotte, esa dinámica reproduciría condiciones similares a las que antecedieron la crisis brasileña: crecimiento espontáneo, infraestructura insuficiente y riesgo de penetración de economías ilegales asociadas al narcotráfico, la trata y otras redes delictivas con vínculos transnacionales. La geografía provincial, extensa y sin barreras naturales claras, aparece en su mirada como un factor de vulnerabilidad si no existe una estrategia de control territorial sostenida.

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Ante ese diagnóstico, la propuesta central del autor pasa por una reforma integral del esquema institucional provincial. Plantea la autonomía plena para los municipios, un rediseño administrativo basado en regiones productivas y una política activa de desconcentración poblacional que recupere el interior mediante inversión logística, infraestructura ferroviaria y repoblamiento planificado de localidades hoy desfavorecidas. En esa lógica, la eventual relocalización de la capital provincial en Junín asume un valor simbólico y operativo: desplazar el centro político hacia el corazón productivo, alejándolo de la gravitación metropolitana.
El texto insiste en que fortalecer la producción agroindustrial, promover cooperativas y polos tecnológicos rurales y recuperar pueblos mediante conectividad y empleo son pasos indispensables para evitar un deterioro progresivo del tejido social. La tesis central es clara: sin una reorganización territorial y sin empoderar a los gobiernos municipales, la provincia podría enfrentar en el futuro tensiones similares a las que marcaron la experiencia reciente de Río de Janeiro.
La reflexión concluye con un llamado a anticiparse a los procesos de fragmentación y a sostener políticas de planificación estatal como única vía para proteger el orden social y la integridad institucional bonaerense.

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