Falleció Rubí Gazzotti: el cronista de los detalles cotidianos de las calles mercedinas

Los homenajes cobran mayor sentido cuando se realizan en vida. Porque los homenajeados reciben de primera mano esas semblanzas y halagos que enaltecen el alma y agrandan el corazón. Se fue Rubí Gazzotti. Un pugilista de la palabra, un cronista sin pelos en la lengua sobre la realidad mercedina que circulaba por las veredas del “pueblo chico”.
Vaya a modo de retomar ese pequeño homenaje que escribiera allá por el 2012 y lo compartimos con los lectores de MercedesYA este 28 de marzo, cuando al fin Rubí pone su punto final en el libro de la vida pero seguro continuará escribiendo en otros pagos.

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“Rubi Gazzotti. Punto y Aparte.”
Tomar la palabra. Decir lo que se piensa sin mirar a quien se pueda ofender o ensalzar. Plantar posición desde la radio y tener una mirada crítica de la realidad. Un cronista sin pelos en la lengua que observa la vida cotidiana entre Gowland y Mercedes.
“Punto y aparte” es el latiguillo que utiliza Rubí luego de una aseveración certera, ácida o una observación cruda y sin anestesia de lo que acontece en el país, en la provincia o entre Gowland y Mercedes. Se lo puede escuchar todos los viernes al mediodía por Radio Vida (104.3 Mhz) como una columna de resumen semanal de los temas que pasan por el filtro de la mirada y el oído atento de este cronista contemporáneo. Dando rienda suelta a su mordaz agudeza, Rubí transita las mañanas en la ciudad parado en las esquinas, charlando con algún vecino, sentado en el banco de la plaza o mirando de reojo la calle desde la ventana de un bar. Todos los días, o casi todos, Rubí se traslada de su casa en Gowland a Mercedes. Un habitué pasajero de los colectivos locales, observa el paisaje y el cambio del campo a la ciudad.

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Como un testigo presencial de lo que acontece, Rubí toma nota de cada detalle, de cada hechos trascendente o intranscendente para la mirada de los otros y guarda celosamente un registro que anida en una serie de oraciones que luego lanza como un rosario en medio hora de catarsis radiofónico.
Nada se escapa a su mirada y como un reguero de pólvora van pasando, uno a uno, los personajes y los hechos, separados por un punto y aparte.
Hace años que Rubí Gazzotti ejerce ese derecho a la palabra, a la opinión personalizada que reconoce un ejemplo radial en la voz y los silencios inconfundibles de Hugo Guerrero Marthineitz: una de las voces a las cuales Rubí reconocerá como par; reflejo y espejo al cual mirarse. Aunque Rubí no recurre a los silencios como marcas de incomodidad, al contrario, apela a la artillería de la palabra sin espacios, sin silencios, como un “horrori vacui” que no se permite espacios en blancos. Una ametralladora de palabras que martillan en las conciencias de los radio-escuchas, un baldazo de agua helada en los ojos dormidos de los oyentes.

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“Punto y aparte”. Uno podría asociar esta evocación como cierre final de cada sentencia gazzottiana a las palabras finales de Guillermo Nimo: “por lo menos, así lo veo yo”. Especie de marca de fábrica, firma personal que da el sello de autenticidad a cada frase lanzada como una bocanada de fuego. Ese “punto y aparte” no solo separa temas, ni destaca meramente el cierre de una frase. Ese “punto y aparte” funciona como una estocada como una marca indeleble que afirma que se puede diferir, se puede disentir, que puede opinar distinto, pero lo que no se puede es estar ajeno al peso específico, contundente, con que cada palabra es puesta sobre la mesa de la opinión pública por este cronista de las cornisas y las esquinas mercedinas.


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