El excremento milenario que revolucionó la arqueología vikinga: una ventana al siglo IX

En los anales de la arqueología existen descubrimientos que, aunque pudieran parecer inusuales o incluso desagradables para el público general, representan verdaderos tesoros informativos para los investigadores. Tal es el caso del denominado “coprolito del Lloyd's Bank”, considerado el excremento humano fosilizado más grande jamás encontrado, con impresionantes 20 centímetros de longitud. Este extraordinario espécimen, descubierto durante excavaciones arqueológicas en la década de 1970 en el sitio donde se construiría una sucursal del Lloyd's Bank en la ciudad de York, Inglaterra, ha proporcionado a los científicos una ventana única hacia la vida cotidiana en la época vikinga.

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Los análisis detallados realizados sobre este coprolito revelan que probablemente perteneció a un individuo vikingo que habitó la zona durante el siglo IX, cuando la ciudad de York (entonces conocida como Jorvik) se encontraba bajo dominio nórdico. La composición del excremento fosilizado indica que su productor padecía importantes problemas de salud, específicamente infestaciones parasitarias severas, lo que ha llevado a los especialistas a catalogarlo como perteneciente a una persona enferma.

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El estudio microscópico de la muestra ha revelado componentes fascinantes de la dieta vikinga, incluyendo considerables cantidades de carne, un elemento que confirma el acceso a proteína animal que tenían estos pobladores. Además, contiene granos de polen y salvado de cereales, evidenciando el consumo de productos vegetales y granos, lo que proporciona una imagen más completa de los hábitos alimenticios de la época.
Quizás lo más revelador desde la perspectiva médica es la presencia abundante de huevos de parásitos intestinales como el tricocéfalo (Trichuris trichiura) y el gusano cogollero. La concentración de estos elementos patógenos indica que el individuo sufría de una severa infestación parasitaria, condición probablemente común en asentamientos urbanos de la época, donde las condiciones sanitarias distaban mucho de los estándares actuales.

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El coprolito ha superado la prueba del tiempo gracias a condiciones excepcionales de preservación en el suelo húmedo y anóxico de York, características que han permitido la conservación de numerosos artefactos orgánicos vikingos en este sitio arqueológico, considerado uno de los más importantes para el estudio de este período en Gran Bretaña.
Actualmente, este peculiar pero valioso espécimen arqueológico se encuentra en exhibición permanente en el Jorvik Viking Centre de York, museo especializado en la historia vikinga de la ciudad. Allí, junto a otros hallazgos significativos, contribuye a la comprensión pública de la vida cotidiana, la salud y la dieta de los pobladores nórdicos que habitaron Inglaterra durante la temprana Edad Media.
Especialistas en arqueología biomolecular continúan estudiando muestras del coprolito, aplicando tecnologías modernas como el análisis de ADN antiguo, que prometen revelar más información sobre la microbiota intestinal de la época y posiblemente determinar el origen étnico específico del individuo, aportando nuevos conocimientos sobre la mezcla poblacional en la York vikinga.


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