SOLEMNIDAD - JESUS ES ENTREGADO A LA MUERTE
En este día en todas las Iglesias Catedrales los obispos que son, como dice el Concilio, “los principales administradores de los misterios de Dios, que regulan, promueven y custodian toda la vida litúrgica de la Iglesia que les ha sido confiada”, celebran una misa muy solemne con todos los sacerdotes (‘el presbiterio’ de sus diócesis) y en ella los sacerdotes con un solo corazón y una sola alma renuevan sus promesas y su obediencia al Obispo.
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En esta Misa se consagran los óleos, es decir, los aceites que se emplean en diversos sacramentos: para el bautismo, la confirmación, la ordenación sacerdotal, la unción de los enfermos.
La consagración de los óleos se celebra precisamente este día para indicar que todos los sacramentos nos relacionan con el Misterio Pascual de Jesús y que todos los sacramentos tienen su culmen y su Centro en la Eucaristía.
El Jueves Santo es como una ‘profecía’ de la Pascua, es decir, en la Última Cena Jesús vivió conscientemente y de manera anticipada su Pasión y Muerte y en ese momento puso en claro él para qué iba a morir, el por qué aceptaba voluntaria y libremente la muerte cruenta.
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Los primeros datos que tenemos de que el Jueves Santo se celebra la Misa recordando la Cena del Señor, los tenemos por el Concilio de Cartago en el año 397 y por lo que cuenta Egeria que fue una peregrina que visitó Jerusalén y que dejó escrito todo lo que allí se celebraba.
Antes, hoy era perfectamente un día en que los penitentes celebraban su reconciliación para poder participar ya de lleno en la Pascua.
Son muchos los grandes “acontecimientos salvíficos” que hoy se recuerdan en la vida de Cristo Jesús.-
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