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Jujeños agradecieron a la comunidad mercedina por su solidaridad

Paola Colombo y Joaquín Bustos Berrondo son dos docentes mercedinos que hacen su primera experiencia en una escuelita de esa provincia. Juntos iniciaron una fructífera campaña para conseguir alimentos, ropas y medicamentos y ahora los alumnos norteños mostraron sus afectos a nuestra ciudad.

Por Semanario Protagonistas
Jujeños agradecieron a la comunidad mercedina por su solidaridad

Diego Arzani se tomó unos días para visitar la ciudad

Días atrás llegaba a nuestra redacción una nota proveniente de la Provincia de Jujuy, más precisamente de los alumnos y directivos de una escuela ubicada en Pozuelos perteneciente al departamento de Rinconada de la mencionada provincia. El objetivo de la misma era agradecer a la comunidad mercedina que se asoció solidariamente, contribuyendo con distintas mercaderías. “...tenemos el más grande de los afectos de dirigirnos a Uds. en un gesto de inmensa gratitud y hermandad, para hacerles llegar nuestro profundo agradecimiento por vuestra loable donación de 47 cajas, consistentes en alimentos, ropas y medicamentos...” expresan algunas de las líneas enviadas.

Quizás muchos se pregunten como nació y como se completó este acto de plena solidaridad. La respuesta nace en el trabajo de dos jóvenes mercedinos, que hoy se desempeñan como docentes en dicha escuela.
Paola Colombo – profesora de educación física - y Joaquín Bustos Berrondo –maestro recibido en diciembre pasado-, decidieron emprender su primera experiencia lejos de casa, y en el mes de abril emprendieron el viaje, rumbo a la provincia norteña. Así fue como recalaron en la Escuela N° 114; se presentaron ante la Directora con un solo fin, colaborar en la educación de los niños de la puna, de una forma desinteresada, ya que solo les importaba la educación y la felicidad de los alumnos, y haciéndolo sin percibir dinero alguno.

Geográficamente, Pozuelos se encuentra enclavada en plena puna jujeña, a pocos metros del límite con Bolivia y a más de 4.500 metros sobre el nivel del mar, donde las temperaturas invernales descienden a más de 15 grados bajo cero. Las familias viven distanciadas de 3 a 5 kilómetros entre una y otra y la única fuente de vida es la cría de ganado ovino y camélido.
Durante el transcurso de la semana el propio Joaquín Bustos Berrondo estuvo en nuestra redacción quien habló de esta experiencia que están atravesando junto a Paola. El pueblo más cercano a la escuela se encuentra a unos 60 kilómetros, y los alumnos, de 4 a 14 años, llegan los días lunes y se quedan allí hasta el viernes, por lo que durante las noches deben dormir con los niños; Joaquín junto a los varones y Paola con las mujeres.

En cuanto a los motivos que lo llevaron a realizar esta experiencia dijo que “desde que comencé a estudiar magisterio, quería realizar algo así; aparte es lo que me mueve y que me gusta. Entonces viendo las escuelas del país decidimos ofrecernos, sin nombramientos, a cambio de que nos den techo y comida. En verdad es algo hermoso”.
La Escuelita está en el medio del valle y solo cuenta con electricidad, sin teléfono y sin televisión porque el cable está cortado. Junto a ellos también trabajan una cocinera - Nicolasa - y una portera - doña Juana -.
Desde el Estado provincial se tienen un apoyo aunque el mismo se convierte en escaso dado que son solo 0,50 centavos por alumno, los que la escuelita recibe, y con esa suma debe arreglárselas para brindarle el desayuno, almuerzo, merienda y cena.

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Para ellos, el día comienza alrededor de las 8:30 con juegos y el desayuno consistente en té y pan, para luego realizar el acto de izamiento de la bandera, “es increíble como cantan esos chicos a la bandera” remarca Joaquín. Transcurrido ello los alumnos pasan a la aulas desde las 9:30 hasta las 12:30, cuando llega el turno del almuerzo. A las dos y media los chicos regresan a la aulas, hasta 17:30, momento en el que los jóvenes dejan de lado los estudios y comienzan las tareas de recreación. Alrededor de las 19:30 es la hora de la cena y luego a la cama, tempranito por el frío, ya que no existe calefacción. Antes de cerrar los ojos para los niños no pueden faltar los cuentos leídos por Joaquín y Paola, dos mercedinos que hacen escuela en el norte argentino.
Desde nuestra redacción un saludo para todos los alumnos y quienes forman parte de la Escuela N° 114.

Como llegar

Tal vez exista algún mercedino con ganas de sorprender a los dos jóvenes e intentar una visita al establecimiento escolar. Para llegar hasta allí, primeramente se debe llegar hasta San Salvador de Jujuy, y desde allí tomar un autobus por la Ruta Nacional N° 9 hasta la ciudad de Abra Pampa, pasando por la bella Quebrada de Humahuaca. Una vez allí, uno debe abordar otro autobus, por la Ruta Provincial N° 7 hasta el lugar denominado El Cruce, y a partir de ahí el viaje debe completarse caminando sobre la Ruta Provincial 67 por un lapso de 40 minutos, donde finalmente estará en el centro mismo de Pozuelos, mas precisamente en la escuelita.

Diego Arzani de paso por Mercedes

Volver a Cuba

Gozando de sus vacaciones anuales, el joven mercedino Diego Arzani, que está cursando la carrera de medicina en el país caribeño, en diálogo con Protagonistas relató su experiencia en los primemos meses de estadía.

Diego Arzani llegó a Cuba el pasado 4 de Marzo, integrando la delegación argentina -unos ochenta jóvenes- quienes comenzarían sus estudios universitarios becados por el gobierno de aquel país.
Apenas llegados a la residencia, donde según Diego fueron muy bien recibidos, quedaron en “cuarentena” preventivamente, “se cuidan mucho de enfermedades que puedan llegar de otros paises y durante veinte dias estuvimos internados haciendo el tratamiento, que es para todos los que lleguen, de cualquier país”. Cerca de dos mil fueron los jóvenes que llegaron desde veinticuatro paises de Latinoamérica para cursar sus estudios en Cuba.
Ya los primeros dias de abril comenzaron las clases en la Facultad “Victoria de Girón”, en La Habana, donde cursó lo que se denomina el Premédico, ya el 2 de setiembre comienza la carrera de medicina propiamente dicha.

Para Diego, “los dos primeros meses fueron duros, me costó mucho adaptarme. Es otra cultura, otro clima, otro tipo de comida, comíamos arroz y sopa de porotos todos los dias y el cuerpo debe acostumbrarse, el primer dia no probé nada, el segundo comí un poquito y ya el cuarto te comés todo. Adaptar el cuerpo a la alimentación lleva dos meses. Después también se extraña, se está solo y a ocho mil kilómetros, lejos de tu lugar, cuesta mucho”.
A la distancia y a los afectos que se extrañan, se suma el régimen disciplinario que deben cumplir los estudiantes, disciplina muy estricta que según Diego, sobre todo a los argentinos se les hace difícil cumplir: “hay que usar uniforme, no te dejan entrar a comer si no tenés el uniforme puesto, tenemos una inspección por la mañana en las habitaciones, tenemos que tendernos las camas todos los días, acomodar el armario, todo supervisado por instructores, carpeteros, jefes de las pensiones, que están todo el día detrás nuestro. Nos costó mucho adaptarnos, sobre todo a los argentinos, chilenos, uruguayos y paraguayos, de Brasil se volvieron muchos, sobre todo por el idioma, aunque llegaron un mes antes para hacer un curso acelerado de español. En lo que a mi respecta, vale la pena este esfuerzo”.

Diego comparte la habitación de la residencia universitaria cubana, con argentinos y hondureños, son diez en total, que duermen en cinco camas cuchetas. Cada uno recibe del gobierno cubano $ 100.-, que son algo así como cinco dólares con “los que podemos tirar un mes, mandamos cartas, compramos algún refresco o pizzas, paseamos hasta las playas, o nos compramos algo”. También son provistos de indumentaria, - zapatos, dos pantalones, chaqueta-, productos para la higiene personal, “no nos falta nada, nos proveen de todo”.
La comunicación con su familia es a través de la vía telefónica o por mail, pero tampoco es fácil, “tenemos una cuenta para la delegación argentina, y se nos hace difícil para comunicarnos porque somos ochenta y nos dan dos dias una hora para pasar los mail de los ochenta chicos y es un poco complicado. Con mi fami

Fuente: Esteban Marcelo

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