Dos Generales decidirán si derriban o no a los aviones que amenacen la seguridad
Dos generales de la Fuerza Aérea norteamericana recibieron autorización para derribar aviones comerciales de línea que parezcan estar amenazando cualquier ciudad de Estados Unidos, dijeron ayer funcionarios del Pentágono. Los poderes para destruir aviones que puedan haber sido secuestrados fueron parte de un gran plan represivo para garantizar la seguridad aérea que el presidente George W. Bush reveló ayer en Chicago. El plan también incluye un dramático aumento en la cantidad de air marshalls armados que van a estar viajando clandestinamente y vestidos de civil en vuelos comerciales para brindar protección contra el terrorismo y reconstruir la confianza de la nación en el transporte aéreo. Otras propuestas que han salido a la luz a la zaga de los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono incluyen el desarrollo de tecnología que permitirá a los controladores de tráfico aéreo asumir por control remoto el mando de las aeronaves hacerlas aterrizar.
En una conferencia para trabajadores de la industria de aviones de línea en el aeropuerto O’Hare terminó convirtiéndose en algo más parecido a un acto político, Bush dijo que su administración quería “garantizar que cualquiera que quiera dañar a América le resulte muy duro hacerlo”, El presidente anunció que la seguridad en los aeropuertos norteamericanos será sacada de las manos de las compañías de seguridad privada y puesta en las del gobierno federal, y que se llamaría a integrantes de la Guardia Nacional para reforzar la seguridad de los aeropuertos. “Protección ampliada de las cabinas de pilotos” significará que cámaras de video serán instaladas en las cabinas de pilotos de modo que éstos últimos puedan monitorear lo que está ocurriendo en las secciones de pasajeros. Las puertas de acceso a las cabinas de los pilotos serán fortificadas y provistas de candados más fuertes. También se asegurará que los radiofaros de respuesta, que señalan la posición del avión, no puedan ser apagados, como lo fueron en los aviones secuestrados el 11. Alrededor de 500 millones de dólares serán invertidos en las modificaciones a los aviones. Y se entregarán 3000 millones de dólares a la seguridad general de las aerolíneas.
Las medidas de Bush, que serán implementadas tan pronto como sea posible, están apuntadas a restaurar la confianza perdida. Ayer, el presidente exhortó al pueblo a volver a los aviones y a los viajes: “Vayan a Disneyworld en Florida, lleven a sus familias y disfruten de la vida del modo que se merece. Vamos a poner al gobierno federal a cargo del escrutinio de pasajeros y equipajes y de todas las inspecciones de seguridad –agregó–. (Introduciremos) medidas visibles de seguridad de modo que los viajeros sepan que somos serios en materia de seguridad de aerolíneas en Estados Unidos”. Y sostuvo: “Estamos haciendo una declaración fuerte, de que, unidos, el gobierno y el sector privado volverán a hacer de los vuelos una parte de nuestro estilo de vida”.
Previamente, el Pentágono confirmó que dos generales de la Fuerza Aérea habían sido autorizados a ordenar a los militares el derribamiento de cualquier avión civil que parezca estar amenazando a ciudades estadounidenses. El secretario de Defensa Donald Rumsfeld dijo que él había bosquejado las nuevas reglas de combate con el general Henry Shelton, jefe del Estado Mayor Conjunto. Interrogado sobre qué clase de garantía podrían tener los pasajeros contra los errores, Rumsfeld enfatizó que los generales solamente actuarían sin autorización ejecutiva en las circunstancias más excepcionales y sólo si no había suficiente tiempo para consultar.
Los generales en cuestión, ambos de mediano rango. son Norton A. Schwartz, comandante del Comando Alaska y de la 11 Fuerza Aérea, y el mayor general Larry K. Arnold, de la base aérea Tyndall en Florida. Ambosoperarán bajo coordinación del NORAD, el Comando de Defensa Aeroespacial Norteamericano.
Sigue las noticias de MercedesYA en Whatsapp