Una ciudad que crece sin plan: el reclamo de Agustina en medio del temporal

Agustina vive en la calle 150, entre 37 y Acceso Sur. Es madre, vecina de toda la vida y una de las tantas personas que, día a día, enfrentan los desafíos de vivir en la periferia de una ciudad que ha crecido más rápido de lo que pudo organizarse. En general, se traslada en moto, como muchos en su situación. Pero este jueves, con el temporal que azota la región y ya acumula más de 120 milímetros de lluvia, su movilidad quedó completamente limitada.

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“No hay forma de salir. Con la criatura enferma y el agua en las calles, ¿cómo hacemos? Le parece que podemos salir así con la criatura entre el agua”, se pregunta con resignación mientras observa la calle convertida en un canal.
El caso de Agustina no es aislado. Es representativo de una problemática estructural que se vuelve urgente cada vez que llueve con fuerza: la falta de un sistema de transporte público regular y accesible. En su barrio, como en muchos otros alejados del centro, no hay colectivos, o si hay nunca respetan horarios. Y cuando llueve, los taxis —pocos de por sí— no dan abasto. Algunos ni siquiera entran a la zona si las calles están anegadas.

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Mientras el centro de la ciudad cuenta con mayor infraestructura y conectividad, las zonas más alejadas dependen casi exclusivamente del transporte particular. Esa diferencia se traduce en una vulnerabilidad que se intensifica cuando aparece la emergencia.
Cuando las cosas se ponen difíciles, como hoy, es cuando más se nota lo que falta. No se trata solo de un colectivo, se trata de poder ir al médico con tu hijo sin jugarte la vida en una moto, sin tener que caminar entre el barro con fiebre.

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La expansión horizontal de Mercedes, que en los últimos años sumó barrios, loteos y asentamientos en las zonas más periféricas, no estuvo acompañada con el mismo ritmo por obras de infraestructura, ni por planificación urbana integral. A eso se suma una red de servicios básicos que llega con dificultad o directamente no llega. En los días de temporal, los problemas cotidianos se agravan: calles sin pavimento, zanjas desbordadas, desagües colapsados, cortes de luz o agua.
Pero lo que más pesa es la imposibilidad de moverse. Porque cuando no hay opciones de transporte, no hay forma de llegar a una guardia, a un trabajo, a una farmacia, a un refugio. Y esa es una brecha que, a falta de decisión política sostenida, se abre cada vez más.
La historia de Agustina, una vecina que como tantos otros se comunicó hoy con MercedesYA para enviar una foto, un video, o contar el mal momento por el que está pasando, refleja una deuda estructural con los vecinos que viven más allá del radio céntrico. Son los primeros en sufrir las consecuencias de una ciudad que ha crecido de manera desigual. Son los que dependen de una moto, de un vecino solidario, de una suerte esquiva. Y son, también, quienes más necesitan que la ciudad piense en ellos cuando se planifican obras, servicios y políticas públicas.
Mientras tanto, Agustina sigue esperando que la lluvia pare. Que algún taxi atienda. Que alguien la ayude. Que Mercedes sea esa ciudad de todos que rezan los carteles. Una ciudad que no le dé la espalda a quienes viven un poco más lejos.
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