Uber en Mercedes: ¿avance inevitable o amenaza al trabajo legal?

En Mercedes, la aparición de vehículos trabajando con la app Uber vuelve a encender una discusión que excede la legalidad: ¿qué tipo de transporte queremos en nuestra ciudad? ¿Debe priorizarse el trabajo regulado o la comodidad de un servicio que, aunque prohibido, ya forma parte de la vida cotidiana de muchos usuarios?

La Federación Nacional de Conductores de Taxis denunció públicamente que Uber comenzó a operar en Mercedes, a pesar de una ordenanza municipal que lo prohíbe de forma explícita. La normativa impide el funcionamiento de plataformas de transporte que no estén debidamente habilitadas por el municipio. Según advierte el gremio, se trata de una competencia desleal que socava la actividad de quienes tributan, cumplen con las exigencias técnicas y legales, y sostienen un servicio local que ha sido históricamente regulado.

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Andrea Mercedes Vara, delegada de la Federación, fue contundente al cuestionar la lógica con la que se maneja la empresa: tarifas variables según condiciones climáticas o de tránsito, captura de datos sin control, y un esquema de precios que, sostiene, responde a prácticas de dumping que desequilibran el mercado y castigan al transporte tradicional. “Cumplimos con todas las reglas, pero se nos exige competir con quien no respeta ninguna”, sostuvo.

No se trata solo de una discusión económica o gremial. El desembarco de Uber en ciudades medianas como Mercedes plantea preguntas más profundas: ¿hay un cambio cultural en marcha que hace inevitable su incorporación, más allá de su encuadre legal? ¿Qué pesa más en la percepción ciudadana: el respeto a las normas o la inmediatez del servicio?

Desde la Federación insisten en que no se trata de negarse a modernizar el sistema. De hecho, remarcan su voluntad de dialogar con el municipio para mejorar el servicio de taxis, capacitar a choferes, ampliar licencias y actualizar herramientas tecnológicas. Lo que se discute, dicen, no es la innovación, sino la legalidad. Y también el reparto justo de las cargas tributarias: “Mientras nosotros pagamos impuestos locales, Uber evade”, denunció Vara, recordando que ARCA detectó irregularidades millonarias en la operatoria de la app en Buenos Aires.

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Las sospechas van más allá del plano fiscal. Según expresó la dirigente gremial, para que Uber opere sin obstáculos en Mercedes “debe haber acuerdos informales que desconocemos”, por lo que exigieron explicaciones públicas al municipio y el cumplimiento efectivo de la normativa vigente.

El reclamo del sector es claro: que se detenga el funcionamiento de Uber en la ciudad y que se abra un espacio de discusión institucional donde el sector formal del transporte tenga voz. Mientras tanto, los autos de la aplicación ya circulan, la demanda de usuarios crece y muchos taxistas sienten que están perdiendo la batalla.

Así, Mercedes se suma al dilema que atraviesan muchas ciudades del país: ¿defender a quienes prestan un servicio en regla o a quienes ofrecen alternativas más rápidas y accesibles? ¿Regular lo nuevo o aferrarse a lo conocido?

Tal vez la pregunta de fondo sea si no estamos frente a un cambio de época, uno que exige repensar no solo cómo nos movemos, sino también cómo legislamos, cómo controlamos y, sobre todo, a quién decidimos cuidar.