Propuesta legislativa busca reforzar control sobre exconvictos por delitos sexuales
En medio de la controversia generada por la solicitud de libertad condicional del sacerdote Julio César Grassi, condenado por abuso sexual, resurge el debate sobre la necesidad de establecer mecanismos de vigilancia para exconvictos por delitos contra la integridad sexual. El diputado nacional Juan Fernando Brügge, representante de la Democracia Cristiana, ha anunciado su intención de impulsar nuevamente un proyecto de ley en la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados.
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La iniciativa, inspirada en un modelo ya vigente en la provincia de Córdoba desde 2009, propone la creación de un programa integral de identificación, monitoreo y control para individuos que han cumplido condenas por crímenes sexuales. Brügge, reconocido constitucionalista y autor de la ley cordobesa 9680, argumenta que esta medida es crucial para salvaguardar la seguridad pública.
“Este sistema no solo facilita la localización rápida de estas personas ante la posibilidad de un nuevo delito en su área, sino que también fomenta el autocontrol frente a potenciales reincidencias”, explicó el legislador. El proyecto contempla sanciones rigurosas para quienes incumplan las obligaciones establecidas, como informar cambios de domicilio o presentarse periódicamente ante las autoridades competentes.
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Las penas propuestas van desde uno a tres años de prisión por no reportar cambios de residencia, hasta dos a cinco años por no cumplir con las presentaciones obligatorias cada treinta días. En casos de reincidencia en estas faltas, las sanciones se incrementarían en un tercio.
Brügge sustenta su propuesta en estadísticas internacionales alarmantes. Cita estudios de países como Inglaterra, Canadá y Estados Unidos, que revelan tasas de reincidencia de hasta un 65% en los primeros años tras la liberación. Además, menciona una investigación del Centro Federal de Criminología de Alemania, que señala un 11% de reincidencia en el primer mes de libertad.
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El programa implementado en Córdoba, base de esta propuesta nacional, exige a los exconvictos por delitos sexuales informar sobre sus relaciones sociales y actividades laborales durante cinco años posteriores a su liberación. Este modelo ha sido respaldado por el Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, que ha confirmado su constitucionalidad y coherencia con principios legales fundamentales.
“Este seguimiento no es ilegal ni arbitrario, y no constituye discriminación o estigmatización”, aseveró Brügge. “Nuestro objetivo es lograr una convivencia social armónica, estableciendo límites razonables a ciertos derechos constitucionales en favor de la seguridad, la moral y la salud pública”.
La propuesta de Brügge reaviva el debate sobre el equilibrio entre la reinserción social de exconvictos y la protección de la comunidad. Mientras sus defensores argumentan que es una medida necesaria para prevenir futuros delitos, los críticos cuestionan si podría obstaculizar la reintegración efectiva de quienes han cumplido su condena.
En este contexto, el caso Grassi ha puesto de manifiesto la complejidad del tema y la necesidad de un debate profundo sobre las políticas de seguimiento post-penal. La iniciativa de Brügge se presenta como una posible respuesta a esta problemática, buscando equilibrar los derechos individuales con la seguridad colectiva.
A medida que el proyecto avanza en su tratamiento legislativo, se espera un intenso debate que involucre a expertos en derecho penal, criminólogos y organizaciones de derechos humanos, para evaluar tanto su efectividad como su alineación con los principios constitucionales y los compromisos internacionales en materia de derechos humanos.
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