Murió José Mujica, el expresidente uruguayo que marcó a generaciones con su estilo austero y su discurso de reconciliación

Este martes se apagó una de las voces más singulares de la política latinoamericana. José “Pepe” Mujica, exmandatario uruguayo, murió a los 89 años, luego de atravesar una enfermedad oncológica que lo mantuvo bajo cuidados paliativos durante las últimas semanas. La noticia fue confirmada por el actual presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, quien expresó su pesar y destacó el legado humano y político que deja Mujica.
Con una trayectoria marcada por la militancia, la cárcel, la presidencia y una vida de marcada sobriedad, Mujica se convirtió en un referente global de una forma diferente de hacer política. Su estilo despojado, su discurso directo y su coherencia personal lo convirtieron en una figura reconocida incluso más allá de las fronteras del continente. Fue un dirigente que supo combinar convicciones firmes con un llamado constante a la convivencia, aún con quienes pensaban distinto.

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Exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, Mujica pasó más de una década en prisión durante la dictadura uruguaya. Fue liberado en 1985, tras el retorno de la democracia, y desde entonces comenzó una carrera parlamentaria que lo llevó primero a la Cámara de Diputados, luego al Senado, y finalmente a la Presidencia de la República entre 2010 y 2015. Desde esa posición impulsó políticas progresistas como la legalización del matrimonio igualitario, la despenalización del aborto y la regulación del mercado de la marihuana, medidas que despertaron tanto apoyo como controversia.

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Pero más allá de sus decisiones de gobierno, lo que le valió una admiración inusual fue su forma de vivir. Rechazó los privilegios del poder, siguió residiendo en su chacra en las afueras de Montevideo y donaba gran parte de su salario. Esa sintonía entre lo que decía y lo que hacía le dio una autoridad moral difícil de cuestionar, incluso entre quienes no compartían su ideología.
En los últimos años, Mujica había disminuido su exposición pública por razones de salud, aunque mantenía apariciones esporádicas en actos políticos y entrevistas donde su palabra seguía siendo buscada y respetada. Ya en 2021 había comunicado que padecía una enfermedad crónica que le dificultaba sus actividades habituales, y en abril pasado se conoció que su estado de salud se había agravado debido a un cáncer.

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La muerte de Mujica marca el cierre de una etapa para Uruguay y también para una parte de América Latina que encontró en su figura un símbolo de sencillez, coherencia y sentido común en medio de una política muchas veces dominada por discursos altisonantes o gestos vacíos. Fue un dirigente que dejó enseñanzas sobre el poder, la ética y el tiempo, que decía no pertenecer a nadie más que a la vida misma.
En las próximas horas se espera que el gobierno uruguayo confirme detalles sobre las exequias. Mientras tanto, los mensajes de despedida y homenaje comenzaron a multiplicarse dentro y fuera del país, en un reconocimiento transversal a quien, desde la humildad, logró una trascendencia pocas veces vista en el escenario político contemporáneo.
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