Los japoneses se plantaron con 33: el Truco les robó el corazón

El impacto cultural de “El Eternauta” en Japón alcanzó un nuevo nivel con un giro inesperado: usuarios japoneses comenzaron a mostrar un marcado interés por el Truco, el tradicional juego de cartas que en Argentina forma parte del paisaje cotidiano desde hace generaciones. El origen de este juego se remonta a España, especialmente a las regiones de Valencia y Cataluña, aunque con el paso del tiempo fue arraigando con fuerza en el Río de la Plata, donde adquirió reglas propias y una identidad particular.

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La oleada de búsquedas en internet sobre cómo jugar al Truco sorprendió incluso a los propios argentinos, que encontraron con humor y orgullo los esfuerzos de japoneses por entender los pormenores del envido, el flor y los distintos signos con los que se engaña o se desafía al adversario. En redes sociales, se viralizaron tutoriales, aplicaciones y traducciones del reglamento, en lo que muchos consideran un inusual y espontáneo caso de exportación cultural inversa.

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Este fenómeno no surgió de la nada. Uno de los factores que disparó esta curiosa conexión fue la repercusión que tuvo en Japón la serie basada en la historieta “El Eternauta”. La producción logró captar la atención de nuevas audiencias luego de que figuras reconocidas en el ámbito cultural japonés, como el prestigioso diseñador de videojuegos Hideo Kojima, expresaran su admiración por la obra. Sus comentarios, difundidos a través de redes sociales, desencadenaron una ola de reacciones que impulsó el consumo de la serie y, como efecto colateral, una aproximación al universo simbólico argentino.

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El Truco, con su fuerte carga de picardía y lenguaje gestual, forma parte del ADN cultural de Argentina, pero su lógica interna no es sencilla de asimilar para quien se aproxima por primera vez. Aun así, la dedicación de muchos internautas japoneses por comprenderlo da cuenta de un genuino interés por adentrarse en una práctica que, más allá del entretenimiento, expresa una forma de comunicación y estrategia profundamente ligada a la idiosincrasia de quienes lo juegan.
El entusiasmo generado en Japón abre también un interrogante sobre la forma en que las producciones culturales pueden vehiculizar otras formas de identidad, no solo a través de lo narrado sino también a través de lo que despiertan en quienes las reciben. En este caso, una historia que nació como símbolo de resistencia encontró eco en otro continente, y con ella, una baraja criolla encontró nuevas manos para barajarse.

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