LA PRESENCIA DE CALLEJEROS DIVIDIO A LOS FAMILIARES

Nilda Gómez, de “Familiares por la Vida”, dijo llorando que marchar con los músicos que daban un recital la noche del incendio que causó 193 muertos y centenares de heridos “es como hacerlo con (Aníbal) Ibarra” o con funcionarios porteños investigados por lo sucedido en el boliche de Once, el 30 de diciembre pasado.
Gómez, que perdió a su hijo Mariano Alexis Benítez, de 20 años, relató que hace un tiempo atrás el baterista la “llamó, pidió disculpas y dijo que no irían más a las marchas de los 30”, día de cada mes en que los familiares se movilizan para pedir justicia.

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“Me pareció sincero, y ahora me doy cuenta que es hipócrita, viene de víctima cuando no sabemos si son victimarios”, lamentó, entre sollozos mientras marchaba hacia la plaza de San Miguel, en el noroeste del Gran Buenos Aires.
Su esposo, Alejandrino Benítez, que se retiró de la marcha porque sufre “problemas de corazón “ y “con un gran dolor y mucha bronca”, dijo que la llegada de los músicos, convocados “por un padre de La Matanza”, fue “un golpe muy difícil” para los familiares que rechazan su participación.

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“No podemos marchar con ellos, no son culpables sino responsables, y no deben estar hasta que la justicia determine” qué pasó la noche fatídica, argumentó. “El papá de La Matanza que los trajo se equivocó, ya lo hablamos”, señaló.
“El sacerdote habló de la justicia y la responsabilidad, y yo insistí en el significado de esas palabras, porque no sirve decir 'basta' si no las entendemos”, concluyó Nilda Gómez, profesora de Contabilidad y Ciencias Económicas y directora de un polimodal en José C. Paz.

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