La generación de la inmediatez
Por: “La Chichi Pío”
Si desde siempre un día tiene 24 horas, una hora 60 minutos, y un minuto 60 segundos... ¿qué ha cambiado?
La respuesta es un rotundo ¡NO!
¡Somos nosotros!
Para entenderlo, hay que viajar en la historia. Nuestras abuelas pasaron sus vidas cocinando, lavando y limpiando sus casas, pero había una hora diaria en la que todo se detenía para ellas: la del radioteatro. En ese momento, su imaginación cobraba vuelo, se enamoraban de voces que leían un texto y soñaban con amores, tal vez muy distintos a los propios.
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Con el paso de los años, pudieron escuchar y ver a esos actores en una aparatosa caja: el televisor. La familia se reunía frente al aparato que ofrecía cuatro canales y, si la antena se movía, tal vez un quinto: el canal 2. Había novelas, dibujos animados y noticieros, todo en tonos de grises y negros.
El 1 de mayo de 1980 llegó el color: las caras color piel, las flores rojas, el césped verde. Hasta aquí, todo llevaba su tiempo.
Vinieron las novelas de Migré, donde después de un año, la chica pobre y el chico rico finalmente se besaban, se casaban, eran felices y comían perdices. Hasta hubo “Una voz en el teléfono”, que, como su título indicaba, solo era eso: una voz. Tal vez ese teléfono se consiguió tras muchos años de espera con el plan Megatel, porque era un lujo.
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Y, en un abrir y cerrar de ojos, llegaron las primeras computadoras y los teléfonos portátiles que no solo servían para hablar, sino también para enviar mensajes escritos. Después vino internet, los correos electrónicos, el wifi, los celulares inteligentes y las selfies.
La mensajería instantánea, como WhatsApp, los buscadores de información como Google, las aplicaciones del banco, del supermercado, de las radios, y tantas más. YouTube y los youtubers que muchas veces se hicieron famosos subiendo tonterías.
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Un tema aparte son las redes sociales y sus millonarios negocios. Se crearon redes de amigos virtuales, donde se muestra a la familia feliz, parejas perfectas y un millón de seguidores. También se insulta al que piensa distinto o al que engañó. En ellas puedes comprar autos, pulseras, casas, y todo lo que imagines. El “libro de caras” (Facebook), compartir imágenes y videos instantáneamente (Instagram), y lo más breve: TikTok.
Así pasamos del radioteatro a Gran Hermano.
De Grandes valores del tango a L-Gante.
De alquilar un video a pagar plataformas de streaming.
De llamar por teléfono fijo a enviar un mensaje de audio con un emoticón.
De cocinar a pedir delivery de pizza en la esquina.
De conocer a alguien en un baile a usar Tinder.
Del fonógrafo a Spotify.
De la muerte a la resurrección con inteligencia artificial.
De los billetes al QR.
Y podría seguir...
Todo debe ser instantáneo, inmediato, ¡ya! Con tanta aceleración, no nos damos cuenta de que el tiempo sigue pasando al mismo ritmo de siempre. Somos nosotros quienes corremos para alcanzar un futuro que nos llena de ansiedad. Nos deprimimos añorando el pasado y olvidamos que lo único que realmente tenemos en la vida es el presente, con su famoso “aquí y ahora”.
La Chichi Pío
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