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ESPERANDO AL “BIG ONE”

Un 3% de los mensajes en España llevan ya algún tipo de virus, según el Centro de Alerta Temprana del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Y aún falta el peor de todos.

Por Sergio Maineri
ESPERANDO AL “BIG ONE”

David Smith, creador del virus “Melissa”, estará 20 meses en prisión.

Los Ángeles es una ciudad condenada. Sus habitantes lo saben. Llegará el día en que su verdugo, la falla de San Andrés, separe del continente la península de California y la convierta en una nueva isla. Ese gran terremoto, del que ya se han producido varios avisos en los últimos años, tiene un nombre que impone respeto: el Big One. No tiene fecha, pero su llegada es inevitable. Esta profecía no aparece en el Apocalipsis de San Juan: lo dicen los geólogos.

En Internet hace tiempo que se registra un aumento en la actividad sísmica. Si la Red fuera California, su particular Big One sería un virus informático, el peor de todos ellos. Un gran terremoto digital que dejaría pequeñas las anteriores epidemias que han asolado la Red, capaz de propagarse de punta a punta del planeta en cuestión de horas destrozando información a su paso. ¿Es posible un virus así? “Si se une la rapidez de virus como Código Rojo o Nimda con la carga dañina de un Explorezip o el Chernobyl, que quemaba las placas base de los ordenadores, el resultado puede ser demoledor”, asegura Manuel Cornejo, ingeniero de sistemas de la compañía de antivirus Symantec.

‘MELISSA’. De llegar algún día a crearse el Big One de Internet, David Smith, el programador del virus Melissa, se habría ganado un hueco en los agradecimientos. Smith está arrepentido.“No esperaba el daño que iba a provocar, no tenía ni idea de las consecuencias”, declaró ante el tribunal estadounidense que le acaba de sentenciar con 20 meses de prisión y una multa de 5.500 euros por los daños económicos que originó su criatura. Además, no podrá tocar un ordenador durante los próximos tres años, una dura condena para un programador como él. Melissa, un nombre que copió de una bailarina de striptease, nació hace tres años. Cuando se abría, el virus reenviaba una copia a las 50 primeras personas que aparecían en la agenda de direcciones del programa de correo de Microsoft. En unos pocos días, Melissa se propagó por cientos de miles de ordenadores. Afortunadamente no hacía nada más que multiplicarse, sin borrar archivos del ordenador infectado.

Sin embargo, el verdadero problema que ocasionó Melissa fue su método de infección, que después ha sido copiado por muchos otros virus bastante más peligrosos que la creación de Smith. El 4 de mayo se cumplieron dos años de su heredero más famoso: I Love You. Esta carta de amor, obra del filipino Onel de Guzmán, infectó a millones de ordenadores en todo el mundo.

Después llegó, desde México, el verano pasado, el segundo hijo más famoso de Melissa: SirCam. Este virus modificaba el mensaje de gancho con títulos aleatorios, de forma que no bastaba con desconfiar de una frase en concreto. Podía llegar oculto en cualquier documento adjunto.

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La siguiente vuelta de tuerca del Melissa ha llegado este año con nuevos virus. Entre ellos Klez, que se ha replicado sin control. Según los cálculos del Centro de Alerta Temprana sobre Virus Informáticos, del Ministerio de Ciencia y Tecnología, en los últimos días, cerca del 3% de los correos electrónicos enviados estaba propagando esta infección. Según Panda, Klez ya está presente en el 7% de los ordenadores en España.

Klez es el actual número uno entre los virus que se ejecutan con sólo mirarlos (¡literalmente!). Para ello, aprovechan un error de programación de Outlook, el popular programa de correo de Microsoft, que permite ejecutar un código malicioso simplemente con seleccionar el mensaje con el ratón.

La única manera de protegerse contra él –si se utilizan programas de Microsoft en un PC– es actualizar el programa de correo a una nueva versión que tenga corregido ese error. Aunque este agujero de seguridad ya está subsanado en las versiones más nuevas de Outlook, sigue estando presente en un altísimo número de ordenadores. “Que esté parcheado en Microsoft no significa que los usuarios lo tengan actualizado”, asegura María Sánchez de Ron, product manager de la casa antivirus Panda Software.

AGRESIVIDAD. Pero, ¿qué ocurriría si un virus como Klez fuera realmente destructivo? Lo cierto es que no es tan sencillo crear un código letal y masivo al mismo tiempo ya que ambos conceptos están reñidos entre sí: “Si un virus es tan agresivo que en cuanto llega al equipo lo formatea, no tiene tiempo para propagarse. Tiene que ser lo suficientemente disimulado como para pasar inadvertido y poder multiplicarse”, explica Sánchez de Ron. Es lo que ocurre, en el mundo físico, con el virus Ébola. Es tan mortal que no le da tiempo a propagarse: sus víctimas fallecen antes de poder contagiar a mucha gente.

De momento, el récord de rapidez está en manos de Código Rojo, un virus que hace unos meses contaminó 350.000 servidores de Internet en menos de 24 horas, un plazo minúsculo para desarrollar una vacuna. Afortunadamente para los dueños de los más de cinco millones de ordenadores que sufrieron esa infección, Código Rojo se conformaba con intentar tumbar la página web de la Casa Blanca y no destrozaba información. Pero, como dice un clásico refrán hacker, “la seguridad es un estado mental”.




Fuente: SIP24 - DIVISION TECNOLOGIA

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