Los organizadores hablaban de sesenta modelos desnudas durante tres minutos para que los fotógrafos las inmortalizaran enviando un mensaje de paz a los miles y miles de lujuriosos seguidores que acompañaban la transmisión a través de las cadenas de televisión y de los diarios de todo el mundo. De todo esto, sólo quedó el mensaje de paz. Que no es poca cosa, pero tampoco lo que se había anunciado.

Las modelos no fueron sesenta, sino treinta. La sesión no duró tres minutos; como mucho uno y medio. Pero sin dudas, lo que más decepcionó a la multitud de seguidores encolumnados detrás de este artístico mensaje de paz (siendo muy generoso con las intenciones de los hombres presentes en la sesión), es que las chicas en ningún momento llegaron a estar desnudas. Ni siquiera el viejo truco de pedir un aplauso en pos de la paz logró que las chicas se liberaran de sus inhibiciones y deleitaran a los presentes con sus delicadas figuras cubiertas por tules que cumplían la función de bikinis improvisadas. Nada de esto sucedió: todos aplaudieron menos ellas