Del amor al papelón: lo captaron con otra en pleno show

Lo que debía ser una velada inolvidable al ritmo de Coldplay terminó con un escándalo de proporciones inesperadas y una demanda judicial en marcha. Andy Byron, CEO de la compañía tecnológica Astronomer, fue sorprendido en el mismísimo corazón del estadio de Boston en una escena que, de privada, no tuvo absolutamente nada. A su lado no estaba su esposa, sino la directora de Recursos Humanos de su propia empresa. El video del “momento romántico” se viralizó sin piedad.

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Hasta ahí, podría parecer otro clásico episodio de infidelidad en tiempos de redes sociales. Pero lo que lo vuelve insólito es la reacción del propio Byron: lejos de bajar el perfil o asumir el papel de arrepentido, apuntó directamente contra la banda. Según él, Coldplay y su equipo son los responsables de la exposición pública del affaire, y no dudó en declararse víctima de una invasión a la privacidad.

“Es muy preocupante que lo que debía ser un instante íntimo se haya convertido en un show para millones”, dijo Byron en declaraciones a medios estadounidenses, donde además dejó entrever que está preparando una demanda millonaria contra la banda encabezada por Chris Martin. La base del reclamo: haber arruinado su vida personal al permitir que se grabaran imágenes del público durante el espectáculo.

La postura del empresario generó burlas, incredulidad y críticas de todo tipo. Mientras algunos se preguntan si de verdad espera ganar un juicio con semejante argumento, otros ironizan con que Coldplay ahora deberá emitir comunicados previos a sus conciertos advirtiendo que no se responsabiliza por romances clandestinos detectados en sus tribunas.

La historia, además, puso a la empresa Astronomer bajo el reflector. Si bien el foco está puesto en la vida sentimental de su CEO, no faltan quienes señalan el delicado panorama ético y laboral que se abre al mezclarse vínculos jerárquicos y personales en una compañía. Al momento, ni la firma ni la mujer involucrada han emitido declaraciones públicas.

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Lo cierto es que, más allá de las intenciones legales de Byron, la escena ya forma parte del extenso catálogo de romances fallidos expuestos sin piedad por una cámara. En este caso, con la particularidad de tener como telón de fondo a una banda conocida por cantarle al amor... aunque, parece, no al ajeno.