A 48 años del golpe que derrocó a Isabel Perón: una presidencia marcada por la violencia y la inestabilidad

María Estela Martínez de Perón, conocida popularmente por su apodo “Isabelita” asumió la presidencia de Argentina en julio de 1974, tras la muerte de su esposo, Juan Domingo Perón. Su gobierno heredó una economía en crisis y una situación política convulsa, con un clima de violencia creciente entre grupos políticos y guerrilleros.
Uno de los desafíos más significativos que enfrentó Isabel Perón fue la gestión económica. Su gabinete estuvo compuesto por figuras como Antonio Cafiero en Economía y José Gelbard en Producción, quienes intentaron implementar políticas de control de precios y salarios para combatir la inflación. Sin embargo, estas medidas, como el “Rodrigazo” de 1975, que implicó un ajuste económico drástico, generaron descontento y agudizaron la crisis.

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Además de los problemas económicos, el gobierno de Isabel Perón estuvo marcado por la violencia política. En este contexto, surgió la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), un grupo paramilitar de extrema derecha que operaba con impunidad y se dedicaba a la persecución y eliminación de supuestos simpatizantes de la guerrilla y la izquierda. La Triple A, liderada por José López Rega, quien también era ministro de Bienestar Social en el gobierno de Isabel Perón, sembró el terror a través de secuestros, torturas y asesinatos selectivos.

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Uno de los episodios más oscuros durante el gobierno de Isabel Perón fue la promulgación del Decreto de Aniquilamiento del 6 de octubre de 1975. Este decreto autorizaba a las fuerzas de seguridad a tomar medidas letales contra presuntos guerrilleros, considerándolos “enemigos de la Nación”. Esta política represiva contribuyó al clima de violencia y represión que caracterizó su mandato.
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas Armadas, lideradas por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti, derrocaron a Isabel Perón en un golpe de Estado, poniendo fin a su gobierno y dando inicio a una dictadura militar que duraría hasta 1983. La destitución de Isabel Perón marcó el inicio de una de las épocas más oscuras de la historia argentina, con miles de desaparecidos y graves violaciones a los derechos humanos.

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En retrospectiva, la presidencia de Isabel Perón fue un período tumultuoso y marcado por la inestabilidad política y la violencia. Su gobierno estuvo marcado por la incapacidad para abordar los problemas económicos y la creciente represión política, lo que sentó las bases para su caída y el surgimiento de una dictadura militar que sumió al país en una profunda crisis.


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