Este luctuoso evento precedió a la fecha en que debía comparecer ante el Congreso para explicar la denuncia que había presentado cuatro días antes contra la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Nisman, a la cabeza de la unidad especial que investigaba el atentado a la AMIA, había acusado a Fernández de Kirchner, al canciller Héctor Timerman y a otros líderes kirchneristas de encubrir a los iraníes señalados por el ataque terrorista mediante un memorándum de entendimiento firmado en 2013 entre Argentina e Irán.

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Inicialmente, las pesquisas no pudieron determinar si su muerte fue un suicidio o un acto violento, hasta que en 2017 un juez dictaminó que se trató de un asesinato, aunque aún permanecen desconocidos los autores del presunto crimen.

La investigación no ha identificado a los responsables, ya sea como autores intelectuales o materiales del homicidio. Hasta la fecha, el ex colaborador de Nisman, Diego Lagomarsino, un técnico informático, ha sido procesado como partícipe necesario, junto con cuatro custodios investigados por presunto incumplimiento de deberes y encubrimiento. Lagomarsino proporcionó a Nisman el arma con la que se efectuó el disparo fatal.

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Alberto Nisman, con 51 años al momento de su muerte, destacó como abogado penalista y alcanzó notoriedad por su papel en las investigaciones vinculadas al atentado a la AMIA. Anualmente, en el aniversario de su fallecimiento, los familiares de Nisman se congregan en el cementerio de La Tablada para llevar a cabo una ceremonia íntima.