Qué se sabe de la misteriosa base china en la Patagonia: ¿una caja negra geopolítica?

En los años finales del mandato de Cristina Fernández de Kirchner, se gestó un acuerdo con China para instalar una estación espacial en la Patagonia. Este convenio, sellado en medio de múltiples acuerdos bilaterales, ha generado un intenso debate sobre la falta de control estatal y los posibles riesgos geopolíticos involucrados.
El primer acercamiento entre ambos países tuvo lugar en 2010, cuando la Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites (CLTC) contactó a la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) para discutir la posibilidad de establecer una estación espacial en suelo argentino. Cuatro años después, durante una visita oficial a Beijing, se concretó la firma de este controvertido acuerdo, que incluía la cesión de 200 hectáreas en la Patagonia por parte de Argentina a China, sin costo alguno y con exenciones impositivas significativas.

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Aunque el acuerdo inicialmente se presentó como un proyecto destinado a apoyar actividades científicas y de exploración espacial, las condiciones y el hermetismo en torno al proyecto han suscitado numerosas preocupaciones. El acceso limitado del personal argentino a las instalaciones, así como la dependencia directa de la agencia china del ejército de ese país, han alimentado sospechas sobre posibles usos militares o de espionaje de la base.
La polémica se intensificó con la falta de transparencia en torno a las actividades de la base y las restricciones impuestas al personal argentino en comparación con los privilegios otorgados a los operadores chinos. Aunque se ha asegurado que el propósito principal es la investigación científica, la ausencia de un control efectivo por parte del Estado argentino ha alimentado dudas sobre las verdaderas intenciones de China en la región.

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A pesar de los esfuerzos por disipar las sospechas y comparar la base con instalaciones similares operadas por otros países, como la Agencia Espacial Europea, persisten las incertidumbres sobre la naturaleza y el alcance de las actividades desarrolladas en Bajada del Agrio. Un informe público de la CONAE, aunque intenta aclarar algunos aspectos del proyecto, no ha logrado disipar por completo las inquietudes sobre el verdadero propósito de esta misteriosa base china en suelo argentino.
En medio de crecientes tensiones geopolíticas y preocupaciones por la seguridad nacional, el futuro de esta colaboración espacial entre Argentina y China sigue siendo objeto de un intenso escrutinio tanto a nivel nacional como internacional.


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