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MUESTRA DE CARLOS ALONSO EN MERCEDES

La Dcción. de Cult. y Educ. informa que el Ciclo de Exposiciones del que participaron excelentes artistas locales y nacionales culminará de una manera brillante con la muestra del artista plástico, Carlos Alonso, y la consagrada obra “La guerra del Malón”. Se inaugurará el martes 18 a las 20 hs.

Por Municipalidad de Mercedes
MUESTRA DE CARLOS ALONSO EN MERCEDES

MUNICIPALIDAD DE MERCEDES
DIRECCION DE CULTURA Y EDUCACIÓN

“LA GUERRA DEL MALÓN”

MUESTRA DE CARLOS ALONSO

La Dirección de Cultura y Educación informa que el destacado Ciclo de Exposiciones 2007 del que participaron excelentes artistas locales y nacionales culminará de una manera brillante con la muestra del artista plástico argentino, Carlos Alonso, y la consagrada obra “La guerra del Malón”, que contiene unos 40 trabajos realizados entre los años 1962 y 1965.

Se trata de una serie de tintas, acuarelas y collages para ilustrar el libro del Comandante Prado, editado por primera vez en 1907. Las ilustraciones fueron hechas a pedido de la editorial EUDEBA, y fueron publicadas en 1965. La muestra, auspiciada por el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, será inaugurada el martes 18 de diciembre a las 20.00 Hs. en el Complejo Cultural Ameghino – Marín y podrá visitarse hasta el 31 de diciembre.
El 2007 ha sido un año particularmente intenso para Carlos Alonso: ya expuso las ilustraciones que hizo para El matadero, en una edición de la novela de Echeverría que ahora vuelve a las librerías; presentó una muestra de sus ilustraciones de otras obras literarias en el Recoleta, y supervisa la edición en cuatro volúmenes de su obra gráfica planeada para comienzos del 2008.
Carlos Alonso, radicado en Unquillo, Córdoba, tiene 78 pero parece diez, quince años menor. Subsiste nítida la tonada de su Mendoza natal; Alonso habla con una amabilidad y calidez y su voz, la forma de su voz, no esboza puente alguno hacia la violencia filosa, extrema, argentina, que conmociona la mayor parte de su obra, sobre todo las que conforman las series Lo ganado y lo perdido, Carne, Lección de anatomía, Manos anónimas, Amanecer argentino, o los dibujos con los que ilustró El matadero de Esteban Echeverría o La divina comedia de Dante Alighieri.
Alonso vivió en Buenos Aires hasta que partió hacia el exilio en Roma y Madrid, en 1976; cuando volvió, en 1981, todo había cambiado. Al año siguiente se instaló en Unquillo, treinta y cinco kilómetros al noroeste de la ciudad de Córdoba. “Allá estoy un poquito aislado; en aquel momento ese aislamiento fue algo buscado, una necesidad mental, sobre todo”, dice. “Pero ahora extraño a amigos como Quino u Horacio Sanguinetti, y cierta máquina productora de ideas que tiene Buenos Aires. Muchísimas cosas de las que he hecho, libros como ése –señala un ejemplar de El matadero–, fueron iniciativas de alguien que pensó en unir a Fulano con Fulano y vino a golpear la puerta. De pronto se generan cosas y se transforman el propio trabajo y la propia existencia.”
Trabajo, sintético inventario de: en Carlos Alonso, (auto)biografía en imágenes, el fabuloso libro publicado en 2003 que refleja buena parte de su producción, se consignan 102 exposiciones individuales y 112 colectivas: su obra recorrió, además de todo el país, las principales capitales americanas y europeas y llegó a Saigón, Tokio y Kioto, entre otras ciudades asiáticas. Cervantes, Viñas, Borges, Neruda, Lugones y José Hernández son algunos de los autores de los 36 libros que ilustró.
Su propia tragedia personal se llama Paloma, su hija. Militaba en la Juventud Peronista y fue secuestrada en Buenos Aires en junio de 1977. Alonso dice que no sabe quiénes, puntualmente, intervinieron; según la Conadep, no hay testigos de su paso por algún centro de detención. Detrás del pintor, en la biblioteca, hay varias fotos de ella; una de esas fotos, pequeña, está delante de otra más grande de un Che Guevara joven y desbarbado, la imagen del prontuario de su detención en México, 1956.
Alonso se define como una persona no violenta. Desde pibe era una especie de componedor de relaciones, de diferencias. “Ni soy ni fui un tipo violento. Pero la violencia es un sino argentino. Nací en el ’29, con el primer golpe. Yo diría que en mis cuadros la violencia está como forma de reflexión acerca de su capacidad destructora. Hay otro tipo de violencia, más estética; en mi caso apunta más a un exorcismo, a intentar borrarla. Siempre lo sentí así. Y sigue siendo indudable que después de El matadero, de La guerra del malón y del Proceso, seguimos aprendiendo sobre el dolor y la muerte. Siempre vamos detrás. Son las muertes violentas las que de alguna manera producen en la sociedad la necesidad de cambios, las grandes reflexiones y rebeliones”.
¿Puede asociarse con la belleza a cuadros en los que aparecen cuerpos de vacas y de hombres diseccionados, colgados en una carnicería? ¿Es el horror, es la belleza?
–Pasa que la contradicción está implícita. Es indudable que al tratar la materia el autor tiene un disfrute, un placer. El placer del logro, la realización. En el crecimiento de una obra hay dificultades, tropiezos, fracasos, pero el hecho de poder hacerla confirma la propia capacidad y potencia y ahí hay un disfrute, sin duda. Y en el espectador se produce lo mismo; de pronto el encantamiento de la factura, de la realización de una persona en busca de lo estético, lo bien pintado, puede llevar a alguien a decir “qué magnífico” o “qué bello” sobre una escena que, en realidad, es una tortura de una embarazada. Se produce esta dualidad.

Fuente: Cultura

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