Martín García: las ventajas de vivir aislados sin coronavirus
El periodista Bruno Lázzaro escribió su curiosa observación en ámbito.com sobre un lugar de Buenos Aires poco observado en tiempos de pandemia y que por ser isla, no tiene casos de coronavirus.
A la hora de encontrar los beneficios de vivir en una isla, el contrapeso aparece de inmediato. Es inevitable. Los famosos pro y contra emergen y quedan expuestos. Todo aquello que para muchos puede significar un alivio o una seguridad para otros puede ubicarse en la costa del miedo o la ansiedad.
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Sin embargo, en un contexto de pandemia, vivir separado del continente se torna una ventaja. O eso parece. Así lo viven los habitantes de la famosa Isla Martín García. El territorio dependiente de La Plata no registra ningún caso a nivel local desde el inicio de la pandemia lo que la convierte en la única localidad del AMBA sin contagios.
“Vivir en una isla es estar aislados del continente. Es lo más parecido a vivir en un barrio cerrado en el que el virus, por suerte, y hasta el momento, no ingresó”. Así lo afirma en diálogo con Ámbito, el prefecto Néstor Martínez, quien hace dos años se instaló junto a su mujer en la isla para cumplir con su deber.
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Claro, la vida en la isla cambió. Pese a que no se presentan casos, los habitantes llevan adelante las mismas medidas que aplican para el AMBA. “Cumplimos con el decreto nacional y provincial. La gente anda con barbijo y no entran más de dos personas al almacén”.
Tampoco abundan las opciones. En la actualidad son 120 las personas que viven en la isla. Y su normalidad también se vio afectada. Los médicos y las provisiones llegan solo dos veces por semana: lunes y miércoles. En esos días aquellas personas que deben ser asistidas por algún tipo de patología tienen la oportunidad de hacerse atender. Pero ninguna vinculada al covid-19. Y es que hasta el momento no se presentaron casos sospechosos.
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Los médicos cumplen todos los protocolos. Y es que ellos saben que, junto a los proveedores, son los únicos que pueden hacer ingresar el virus en la comunidad. “Los doctores desembarcan, pero los proveedores no. Son los dueños de los dos almacenes los que se acercan a buscar los productos”, asegura Martínez, de 44 años. Y agrega que “a vida en la isla es muy parecida a la de su San Javier natal, en Misiones. “Acá no hay rejas, sino patios comunes. No existe la idea de cerrar con llave. Y claro que no inseguridad”. Según Martínez el único problema “es la emergencia ante un conflicto sanitario. Ya tuvimos que evacuar con helicóptero y se logró. Pero bueno…es lo más difícil”.
En la isla los chicos siguen sus clases por Zoom ya que la escuela que agrupa los tres niveles de enseñanza está cerrada. El viaje diario habitual en el que también se suman los maestros, no sucede. Y hay un poco menos de movimiento que en la etapa previa a la llegada del virus.
Lejos quedaron los años en los que funcionaba la famosa prisión en la que estuvieron detenidos cuatro ex presidentes: Hipólito Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi. Con la vuelta de la democracia, la isla fue declarada Monumento Histórico Nacional y Reserva de Flora y Fauna.
Se encuentra a dos horas de lancha desde Tigre. Y suele ser visitada por aventureros que buscan hurgar en la memoria histórica del país y por aquellos que pretenden desconectar de lo cotidiano. Hoy, a seis meses del inicio de la pandemia, es la imagen clara de cómo vivir en una isla puede ser una gran ventaja.
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