Entre luces y estruendos: esta medianoche Mercedes pone a prueba su empatía

Esta noche del 31 de diciembre, en Mercedes no solo se despide un año y se recibe otro. También se juega, una vez más, una pulseada silenciosa —o no tanto— entre dos formas de entender la convivencia. De un lado, la pirotecnia sonora cero, una política que lleva años de difusión, campañas y pedidos explícitos. Del otro, la empatía cero, esa costumbre arraigada que reaparece cada medianoche al ritmo de explosiones que muchos prefieren ignorar.

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Desde el Municipio se volvió a insistir con un mensaje claro: usar únicamente pirotecnia lumínica. La directora de Discapacidad, Tatiana López, apeló a una frase tan simple como contundente: que el festejo de uno no sea el sufrimiento de otro. No se trata solo de una recomendación amable ni de una consigna bienintencionada para las redes sociales. La pirotecnia sonora está prohibida y su uso vulnera derechos básicos de una parte de la comunidad que, año tras año, queda relegada al encierro y al aislamiento.
Para muchas familias de Mercedes, la medianoche no es sinónimo de brindis ni de abrazos. Personas con discapacidad, niños dentro del espectro autista, adultos con parálisis cerebral o con afecciones de salud mental atraviesan esas horas con angustia, muchas veces obligados a encerrarse, a colocarse auriculares o a refugiarse lejos del ruido. No es una exageración ni un relato emocional: es una realidad conocida, repetida y documentada.
El impacto no se limita a ese grupo. Los estruendos también afectan a veteranos de Malvinas que reviven situaciones traumáticas, a adultos mayores y pacientes internados, y a mascotas que sufren desorientación, pánico y lesiones. La sensibilidad auditiva no es una rareza, es una condición extendida que atraviesa generaciones y contextos.

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Desde el discurso oficial se habla de un cambio cultural en marcha, impulsado por escuelas, instituciones y familias. Se insiste en que no es un capricho, sino una política pública de convivencia. Sin embargo, cada 31 de diciembre deja al descubierto una pregunta incómoda: ¿alcanza con pedir conciencia cuando existe una norma que debe cumplirse?
Porque junto con el llamado a la empatía aparece otra responsabilidad ineludible: el control. La Municipalidad no solo promueve la pirotecnia sonora cero, también debe garantizar que se respete. Las denuncias pueden realizarse al 147, un canal que, llegado el momento, se vuelve clave para que la norma no quede reducida a una expresión de deseo.
Esta noche, cuando el reloj marque las doce, Mercedes volverá a mirarse al espejo. No será una discusión abstracta ni teórica. Será concreta, audible y visible. Entre luces o estruendos, entre respeto o indiferencia, la ciudad decidirá qué noticia quiere construir para el primer día del año.

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