Festival “Somos la voz que mueve” reúne arte y compromiso social
La segunda edición del Festival “Somos la voz que mueve” se constituyó como un potente espacio de encuentro y reflexión sobre las problemáticas de género. Organizado por la Municipalidad, el evento congregó a múltiples artistas, colectivos y la comunidad en general para abordar la eliminación de la violencia desde una perspectiva cultural e inclusiva.
Guadalupe González, directora de Diversidad y Políticas de Género, destacó la importancia del festival como una plataforma que trasciende lo meramente artístico. Más allá de la exhibición, el encuentro busca construir una narrativa colectiva que desafíe estructuras sociales y genere conciencia sobre la necesidad de transformación.
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El intendente Juan I Ustarroz refrendó el compromiso municipal con estas iniciativas, subrayando cómo el evento contribuye a edificar una comunidad más equitativa y comprensiva. Su respaldo institucional resultó fundamental para visibilizar las demandas de diversos colectivos.
La programación artística desplegó una rica diversidad de expresiones. Músicos, poetas, performers y artistas visuales compartieron sus propuestas en el Museo del Arte y espacios públicos, invitando a la participación ciudadana. Nombres como Melina Rivello, Tren Misterioso y Escorpia protagonizaron momentos destacados de un programa que integró múltiples lenguajes.
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Exposiciones como “Mujeres en Lucha” de Gabriela Strucchi, intervenciones artísticas y propuestas colectivas de artistas locales completaron un mosaico de expresiones que problematizaron las experiencias de género. Talleres de ritmo, voz, movimiento y danza afro ampliaron las posibilidades de encuentro y construcción comunitaria.
El festival no solo se limitó a la exhibición, sino que generó espacios de participación como la feria de emprendedoras, el espacio de niñez y adolescencia y diversas intervenciones que permitieron una experiencia integral. La presencia de colectivos como La Revoltosa y la Barra LGBTIQ+ evidenció el carácter plural y representativo del evento.
Un baile colectivo en el cierre sintetizó simbólicamente el espíritu del festival: transformar voces individuales en un potente discurso colectivo que desafía violencias y promueve la construcción de una sociedad más justa e inclusiva.
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