El Gobierno habilitará a hogares y comercios a vender electricidad: una oportunidad para la energía solar

El anuncio del Gobierno nacional de permitir que hogares y comercios vendan electricidad al sistema en momentos de alta demanda abre un escenario inédito para los usuarios particulares. La medida se inscribe en el plan de contingencia para enfrentar el próximo verano, cuando se espera que el consumo eléctrico alcance niveles récord y la red muestre sus habituales tensiones.
Según la Secretaría de Energía, la demanda podría trepar a más de 30.000 MW, con un tercio del consumo explicado por el uso de aires acondicionados. Para evitar colapsos y cortes masivos, se busca que los usuarios que dispongan de medios propios —ya sea paneles solares, generadores o incluso baterías— aporten energía en las horas críticas a cambio de una remuneración.

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En la práctica, este esquema convierte a la generación distribuida en una alternativa de negocio. Hasta ahora, instalar paneles solares representaba principalmente un ahorro en la factura de luz. Con la nueva normativa, quienes produzcan excedentes podrán venderlos a precios más atractivos cuando el sistema esté en mayor necesidad.
Por el momento, la implementación será más rápida en comercios y grandes usuarios con medidores inteligentes. En el caso de los hogares, se prevé una expansión gradual a medida que se instale esta tecnología, necesaria para medir de forma precisa la energía que entra y sale de la red.
La propuesta supone un cambio de paradigma: no solo se busca ampliar la oferta de energía a través de nuevas centrales, sino también gestionar la demanda y aprovechar la capacidad distribuida que ya existe en la sociedad. Con este mecanismo, cada usuario con energía solar o sistemas de respaldo puede convertirse en actor activo del mercado eléctrico.
Para especialistas en renovables, el impacto podría ser significativo. “Si se paga un valor diferencial en los picos, se acorta el tiempo de repago de los paneles solares y se multiplica el interés por instalarlos. Eso dinamiza la inversión privada en energías limpias y alivia al sistema eléctrico”, remarcan desde el sector.
Así, el próximo verano podría marcar un punto de inflexión: frente a la fragilidad histórica de la red, el Estado apuesta a un modelo en el que la ciudadanía no solo consuma, sino que también pueda producir y vender energía.

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