El día en que las webs se desnudaron

11 de septiembre del 2001. Ante las imágenes reales más increíbles jamás vistas por la mayoría, los internautas se lanzan sobre sus ordenadores en busca de más información. Sin embargo, casi todos acaban volviendo rápidamente al comedor para ver los informativos especiales en la televisión.
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Aquel día era casi imposible acceder a ninguna web para saber más sobre los atentados que estaban destruyendo los símbolos económicos y militares del poder estadounidense. En un primer intento, periódicos online como Clarín en Argentina o el New York Times en Norteamérica eran totalmente inaccesibles.

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El fracaso de Internet como medio de comunicación en las primeras horas tras los atentados fue doble: por un lado se confirmaba su incapacidad para competir con la televisión en la retransmisión en vivo de las imágenes. Por otra parte, tampoco fue una herramienta útil para buscar información suplementaria, alternativa o elementos de análisis, debido al colapso de las redes.
Páginas desnudas
A medida que pasaban las horas había más páginas accesibles, pero la navegación seguía siendo extremadamente lenta. A partir del momento en que fue posible acceder a los medios online se pudo observar algo nunca visto anteriormente en Internet: los grandes portales informativos se habían despojado a toda prisa de casi todos sus gráficos (incluyendo logos e imágenes) y se exponían “desnudas” de cualquier elemento decorativo, ofreciendo únicamente la última hora de los históricos acontecimientos.

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La agencia EFE, por ejemplo, sólo conservaba un pequeño logo en el margen izquierdo y se había desprendido tanto de los titulares dinámicos en Java como de los bordes que caracterizan la maquetación de su página. El Mundo mostraba la última hora en grandes titulares y relegaba la mayor parte de fotos a una página secundaria accesible a través de un “link”. Los grandes periódicos extranjeros como el Washington Post minimizaban igualmente el diseño de sus portadas. Y buena parte de ellos anunciaban ediciones impresas especiales para las 6 de la tarde, algo nunca visto por los más jóvenes y que se suponía superfluo en la era de Internet.

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Morir de diseño o el “efecto zoom”
Estos acontecimientos han hecho replantear el concepto y la funcionalidad del diseño en las webs de información. La lentitud en la navegación no sólo se da en días excepcionales a nivel informativo, es algo que ocurre cada día. Se nota cuando empieza el horario de las tarifas planas, se nota cuando las empresas abren sus puertas a las nueve de la mañana y los empleados empiezan a conectarse. Los problemas de fondo son la calidad de las conexiones y la incapacidad de las redes para absorber el tráfico que se genera.
¿Cuántas veces pulsan “skip intro” los usuarios para saltarse las dichosas presentaciones en Flash? ¿Para qué sirven los elementos decorativos en páginas supuestamente informativas? Internet es un medio de comunicación audiovisual y por lo tanto la disposición de la información es importante, pero la cuestión está en saber si el contenido debe estar supeditado al diseño o viceversa.
Cuando se inventó el travelling óptico en las cámaras de cine, las películas se llenaron de zooms innecesarios a nivel expresivo y estéticamente cuestionables porque, simplemente, todo el mundo quería utilizar el nuevo efecto. Quizás ahora está ocurriendo algo semejante con el diseño gráfico en Internet.
Se dice que la primera revolución en el desarrollo de Internet fue la de la informática, que ahora estamos inmersos en la del diseño, y que la próxima revolución será la de los contenidos. O quizás lo que ocurre es que ahora mismo conviven varios conceptos sobre la funcionalidad de Internet; el tiempo lo dirá.

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