CUANDO VIAJE A EEUU TENGA CUIDADO CON LO QUE COME
Muchos comensales, por ejemplo, pagan buenos dólares por el famoso bife argentino porque los chefs anuncian a los cuatro vientos las bondades del ganado libre de hormonas que pasta en las pampas. “Son vacas felices”, dice Jorge Rodríguez, chef y dueño del Chimichurri Grill en Manhattan.
El problema es que el número real de bifes importados de Argentina a EE.UU. el último año es cero. El año pasado, las autoridades prohibieron las importaciones por un brote de fiebre aftosa en Argentina. El resultado es que la mayoría de la carne que se vende como argentina, en realidad proviene de Australia o Nueva Zelandia, donde el ganado al igual que en Latinoamérica, tiende a comer pasto en lugar de granos. Rodríguez dice que su distribuidor le ha dicho que los cortes sí vienen de Argentina, pero que son enviados a través de Australia.
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Las leyes estadounidenses también prohíben a los productores de queso usar la leche cruda que es el ingrediente principal del camembert; y el verdadero vinagre italiano cuesta cerca de US$100 la botella, un precio muy alto para los restaurantes. Otro buen ejemplo son los pescados. Muchos le cambian su verdadero nombre por un alias más glamoroso. Y a veces funciona: desde 1996 el consumo de pescados y mariscos ha subido medio kilo per cápita.
De hecho, esta costumbre está llevando a la merluza negra al borde de la extinción. En EE.UU., el pescado es más conocido como corvina chilena, a pesar de que no es ni lo uno ni lo otro. “Originalmente, no era un pescado atractivo, pero el exótico cambio de nombre lo volvió tan popular, que ahora está al borde del desastre”, dice Charlotte De Fontaubert de Greenpeace.
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Las buenas épocas de los 90 llevaron a que las tiendas de productos gourmet en EE.UU. multiplicaran sus ofertas de unas 800 variedades en 1990 a las 5.000 que hoy existen. No obstante, los sustitutos ahora son tan comunes en la dieta de los estadounidenses, que muchos los prefieren al producto real.
Patrick Burke, cuya empresa cultiva las raíces de wasabi para producir el condimento para el sushi japonés, está agregandole un colorante más verde a su wasabi, que es verdadero, para que se parezca más al falso. “La gente se ha acostumbrado a él”, dice
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