Amenazas para las areas verdes
Incluso cuando se trata de edificios públicos, como museos, en que la zona verde sigue accesible al público, ello restaría valor en muchos casos a la calidad recreativa total del área. En la Ciudad de México, la participación de las áreas verdes en la superficie de la ciudad está disminuyendo alrededor del 3,7% anual. Las zonas verdes son sustituidas con frecuencia por edificios, especialmente en los barrios más pobres de la ciudad (Chacalo et al., 1996).
Puede Interesarte:
Ruta 11: una madre y dos hijos perdieron la vida en un accidente fatal
La mayor presión se encuentra en la orla urbana donde la ciudad planificada da paso a los asentamientos de desarrollo espontáneo. Es en estas áreas donde la tasa de crecimiento de la población es máxima y la planificación controlada por los órganos municipales es mínima (Tewari & Muthoo, 1997).
Las instalaciones de tráfico y el ruido son otras amenazas para las zonas verdes. Las carreteras pueden aislar unas zonas verdes de otras lo que reduce su valor recreativo y el de corredores para la propagación de la flora y la fauna.
Puede Interesarte:
Detienen a acusado de asesinar y descuartizar a Candela Azoya en Lomas de Zamora
La molestia ocasionada por el ruido es más indirecta. Estudios holandeses indican que el ruido de las carreteras molesta a un 20% de la población aproximadamente mientras que un 11% sufre molestias por el tráfico aéreo (Stanners & Bourdeau, 1995). En Copenhague, alrededor de la cuarta parte de los habitantes están expuestos a una carga importante de ruido de 65dB(A) y más. En Barcelona, alrededor del 40% de los habitantes están expuestos a un nivel de ruido superior a 70 dB(A) (A. Skovbro, com. pers.). Estas cifras se aplican a la molestia en el interior de las viviendas. Al aire libre, la gente está expuesta a un ruido incluso mayor, especialmente porque parte de las áreas verdes urbanas consisten en “áreas residuales” a lo largo de las construcciones de tráfico.
Puede Interesarte:
Complicaciones en el Tren Sarmiento por un accidente en Ituzaingó
Las condiciones urbanas para el desarrollo de la vegetación son bastante diferentes de las condiciones rurales. Es muy expresivo que el paisaje urbano esté caracterizado por el pavimento y los
edificios. Esto modifica el mesoclima urbano de forma que disminuye la velocidad del viento, aumenta las temperaturas, aumentan las precipitaciones, se reduce la humedad relativa y se aumenta la cantidad de contaminantes por un factor próximo a 25 en comparación con el paisaje rural (Flint, 1985; Harris, 1992).
En las plantaciones urbanas, la aspereza del suelo y las condiciones del aire son problemas que no desempeñan el mismo papel que en el paisaje rural. Los suelos que contienen productos de desecho, abandonados por la industria de la construcción, pueden carecer de nutrientes suficientes y con frecuencia están compactados (Randrup, 1996). Las condiciones vegetativas pueden ser también difíciles debido a los efectos del sombreado, a los usuarios de carácter recreativo, etc. (Harris, 1992; Bradshaw et al., 1995). El hecho de que el 50% de los árboles plantados en un ambiente urbano mueran en el primer año pone de manifiesto este punto (Gilbertson & Bradshaw, 1985). Nowak et al. (1990) comprobaron que el 34% de 480 árboles murieron en los dos años siguientes a la plantación. Miller & Miller (1991) encontraron que la tasa de mortalidad variaba entre el 25 y el 50% para una serie de especies plantadas en Wisconsin, EUA.
Otro factor importante de estrés urbano es el vandalismo. El vandalismo es predominantemente un problema social. El paisajismo y la jardinería de carácter comunitario que tienen éxito en barrios densamente poblados del interior de la ciudad, han demostrado que un freno para el vandalismo es el desarrollo de un espíritu de propiedad en los residentes (Flint, 1985). Nowak et al. (1990) encontraron la máxima mortalidad de árboles en áreas de bajo nivel socioeconómico. El porcentaje de mortalidad de árboles estaba fuertemente correlacionado con el porcentaje de desempleo. Como ha demostrado la historia, los conflictos sociales respecto a los bosques urbanos suelen ser frecuentes e intensos (Kronijnendijk, 1997). Por ello, una silvicultura urbana con éxito tiene que hacer participar a la población local en la elaboración de la política, en la planificación y la gestión.
Sigue las noticias de MercedesYA en Whatsapp