TERRORISMO EDITORIAL EN EEUU CONTRA CARICATURISTAS
Conozco a varios estadunidenses que han ayudado a capacitar y financiar a Osama Bin Laden”, afirma al teléfono el personaje conocido como Huey Freeman. “¿Cómo los conoces?”, pregunta un agente de la FBI. “A través de un poco de investigación”, explica Freeman en la caricatura publicada en octubre de 2001. Cuando la oficina solicita los nombres, responde: “El primero es Reagan, se escribe R-E-A-G-A...”, y se corta la llamada. Es un ejemplo de la tira cómica Boondocks, que se publica en el Washington Post y otros 250 periódicos en el extranjero, pero esta entrega fue censurada por algunas de las publicaciones y, después de ser impresa, otras la trasladaron de la página de humor a la de artículos de opinión. Aparentemente había cierta renuencia de algunos editores y lectores a que se les recordara que en los años 80 el entonces presidente Ronald Reagan otorgó cientos de millones de dólares para financiar y armar a las fuerzas antisoviéticas de Afganistán, entre ellas Bin Laden. Hubo cientos de cartas al editor en periódicos locales por todo el país por ese cartón”, explicó el caricaturista Gary Huck a La Jornada. Pero Boondocks y su autor, Aaron McGruder, eran lo suficientemente conocidos para aguantar la crítica y la ira que provocaron. Varios caricaturistas no corrieron la misma suerte con sus expresiones críticas después de los atentados del 11 de septiembre y fueron suspendidos o despedidos por publicar cartones “no patrióticos"; a otros les han rechazado su trabajo o han sido presionados hasta la autocensura para poder publicar, informa un grupo numeroso de caricaturistas, entre ellos varios galardonados con el Premio Pulitzer (el más importante del mundo periodístico estadunidense), que inauguraron una exposición en Washington sobre la caricatura y la libertad de expresión en tiempos de guerra. La exposición Arte Patriótico EU (juego de palabras con el nombre de la ley impulsada después del 11 de septiembre, conocida como Acta Patriótica) incluye caricaturas políticas de cinco ganadores del Pulitzer y otros 33 moneros, y tiene el objetivo de responder a las nuevas leyes y ataques a la libre expresión que se han promovido desde los atentados de septiembre. También se incluyeron algunos moneros extranjeros, entre ellos El Fisgón, Helguera y Hernández, como muestra de solidaridad con sus compañeros estadunidenses. Mike Konapacki, uno de los moneros que ayudaron a organizar la exposición, explicó que varios caricaturistas que trabajaban para periódicos más pequeños fueron despedidos por dibujar imágenes consideradas antipatrióticas, y otros perdieron clientes de largo plazo. Pero tal vez el impacto más grande de este nuevo clima, añadió, es la presión que ejerce y que resulta en la autocensura. Konapacki fue criticado por dibujar un cartón titulado El próximo ataque, con la imagen de un avión que se dirigía a estrellarse contra un ejemplar de la Carta de Derechos de la Constitución de Estados Unidos. Para los caricaturistas independientes (free lances) la presión económica es tremenda, destacó
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