Solo 3 de cada 10 vecinos pagan sus tasas: el costo de años de desentendimiento y populismo financiero

La crisis financiera que el Municipio intenta explicar únicamente por la merma de fondos nacionales tiene un dato estructural que pesa más que cualquier recorte externo: Mercedes solo logra cobrarles a tres de cada diez vecinos. Con ese nivel de recaudación, ningún presupuesto es sostenible, aun en momentos de abundancia. Pero durante años la administración local funcionó sin esa presión gracias al flujo constante de recursos enviados desde la Nación, especialmente en la etapa en la que Eduardo “Wado” de Pedro integró la mesa chica del kirchnerismo cuando este era gobierno y facilitó un ingreso excepcional de fondos para obras y programas.

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Ese escenario permitió desentenderse de la recaudación propia y consolidar una lógica de gestión cómoda, sostenida en aportes externos y en decisiones políticas que priorizaron el impacto inmediato por sobre la construcción de una base económica sólida. La estructura tributaria quedó desactualizada, las valuaciones se volvieron desparejas y los controles nunca se modernizaron. En ese clima, hubo margen para prácticas de corte populista que funcionaban mientras la Nación financiaba gran parte del gasto local.
La precariedad no se limitó al sistema de cobro. También alcanzó a muchos trabajadores municipales que, año tras año, quedaron atrapados en sueldos bajos, contrataciones irregulares y esquemas de cooperativas que cumplen funciones permanentes sin recibir las condiciones laborales que corresponderían. Y la situación se agrava. A pesar de contemplarse en el presupuesto presentado un 20% de aumento en las tasas desde enero de 2026, más actualizaciones mensuales por inflación, desde el sindicato señalan que solo les han prometido algo más del 10% de aumento para el año que viene en sus salarios. Esto genera tensiones con los sindicatos y alimenta un malestar creciente entre empleados que sienten que su tarea diaria no encuentra reconocimiento real.

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La ineficiencia en la recaudación se advierte con mayor nitidez en un hecho concreto: la única tasa que pagan casi todos los vecinos es la del alumbrado público. Y no porque el Municipio haya logrado eficiencia, sino porque trasladó el cobro a la empresa de energía EDEN, que la incorpora en la factura de luz. Además de tercerizar la tarea, el Estado local evita mostrarse como el responsable directo de la recaudación y queda oculto detrás de una empresa privada. Ese mecanismo no solo amortigua la ineficiencia, sino que también funciona como una maniobra política: el Municipio cobra sin asumir el costo de cobrar, manteniendo intacto un discurso de cercanía mientras otro hace el “trabajo sucio”. Populismo en estado puro.
Mientras tanto, quienes sí cumplen sienten que el esfuerzo no se traduce en servicios acordes. Bacheo tardío, anegamiento de las calles tras unas pocas horas de lluvia, recolección irregular y trámites cada vez más lentos alimentan la percepción de que el Estado municipal administra con dificultad y no logra satisfacer a quienes están al día.
Aun así, el discurso oficial insiste en señalar al recorte nacional como causa excluyente de la desfinanciación. Pero la matemática es simple: ningún municipio puede sostener servicios esenciales ni planificar obras si depende casi exclusivamente de aportes externos y recauda solo una fracción mínima de lo que debería. Cuando la chequera nacional dejó de estar disponible, quedó al descubierto una estructura local que nunca fue preparada para sostenerse por sí misma.

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El desafío no pasa por seguir ajustando tasas ni por reclamar más fondos a otro nivel del Estado. Mercedes necesita reconstruir su sistema tributario, ordenar la relación con sus trabajadores, recuperar eficiencia en la gestión y garantizar servicios a la altura del esfuerzo de quienes pagan. Mientras esos cambios no ocurran, la ciudad seguirá atrapada en el mismo círculo: recaudación mínima, servicios insuficientes y un Estado que solo funciona plenamente cuando alguien más hace su parte.
La raíz del problema es local. Y la solución también tendrá que serlo.

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