SOLA AFIRMO QUE LA FUNCION POLICIAL ESTA DESNATURALIZADA POR LA MALAS CONDICIONES EN QUE TRABAJAN
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá, admitió ayer (hoy) que el Estado Provincial está en falta con la Policía Bonaerense y desde esa premisa defenestró nuevamente al comisario Alfredo Franchiotti, el jefe del operativo de represión que asesinó a los dos piqueteros en Avellaneda la semana pasada.
El mandatario provincial dijo sentir “vergüenza y dolor” por la participación de la policía Bonaerense en esos hechos, pero le pidió a la gente que no generalice en todo a la fuerza de seguridad, y a los policías “que no bajen los brazos”. Afirmó que “la función policial está desnaturalizada”.
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“Que no nos paralice esta circunstancia de vergüenza en la lucha contra la delincuencia”, dijo Solá ayer al poner en funciones al nuevo ministro de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Juan Pablo Cafiero. Solá les habló directamente a los integrantes de la fuerza y les recomendó que “no hay que salir a nuestra propia caza de brujas en la institución policial”.
Así, Solá evitó la crítica demoledora contra la policía y por el contrario admitió que los efectivos de seguridad “trabajan en muy malas condiciones”. Así describió con exactitud todos los problemas que los propios policías denuncian cada vez que tienen que explicar una actuación ineficaz. El gobernador recordó que los policías cuidan presos en las comisarías y además tienen que trasladarlos a los juzgados diariamente, y hasta admitió que en muchas comisarías no hay patrullaje a la mañana porque los automóviles están afectados al traslado de presos.
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Tampoco el flamante ministro Juan Pablo Cafiero, que cuando fue señalado como el sucesor de Luis Genoud aseguró que iba a revisar las fojas de todos los policías en actividad, hizo mención ayer al relevamiento de efectivos.
“Lo que tenemos que hacer es redoblar el esfuerzo de una conducción civil y política desde el ministerio de Seguridad, previniendo para no tener que lamentar después”, dijo Solá y esa fue la parte del discurso que más se emparentó a vocablos como depuración y reforma total de la fuerza.
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El acto de asunción de Cafiero no fue el relanzamiento -por lo menos en lo discursivo- de la reforma que el ex ministro Arslanián dejó inconclusa; por el contrario, pareció un llamado de Solá a toda la fuerza para que no se sienta englobada en las críticas que arrecian contra la institución y terminen bajando los brazos.
Solá dijo que “este gobierno y los hombres de la policía estamos llenos de vergüenza e indignación”, y fundamentó ese estado en que “triunfó el matonismo asesino, la creencia que podría haber impunidad, que en democracia no existe”.
“Estamos consternados pero no abatidos, sabemos lo que hay que hacer”, dijo el gobernador y comenzó su recorrido por las falencias que tiene el estado para equipar y hacer trabajar a la Policía: “debemos tener una línea política que no cambie el mensaje hacia los hombres que tienen que enfrentar cotidianamente una realidad tremenda. Esos hombres perdieron 26 vidas, están sometidos a una terrible presión cotidiana, y tienen las cárceles y las comisarías llenas de presos. Esos hombres tienen hoy que cuidar la vida de los demás y en la comisaría cuidar su propia vida”.
Por último, Solá dejó la frase más cercana posible a la idea de depuración de la corrupción: “No hay policías duros y policías blandos, no los habrá. Habrá una sola clase de policías, los que cumplan con su deber y con la ley. Que quede claro que este es el compromiso que hacemos hoy desde la vergüenza y el dolor
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