SAN LORENZO NO DEBIO IRSE SIN NADA

Buena fue la actitud con la que salió a jugar San Lorenzo. Porque, pese a sus urgencias y necesidades, tranquilamente pudo haberse plantado en una posición expectante a la espera de lo que hiciera el rival, que cargaba con las mayores obligaciones por ser local. Pero no, los de Veira salieron bruscamente y con una decisión admirable a buscar la diferencia. Y en honor a la verdad, tuvieron situaciones para dar el primer grito.

Todavía se estaba armando el partido cuando Herrera robó una pelota en tres cuartos de cancha y encaró con espacios hacia el arco rival. Sin ángulo y un poco forzado, sacó un derechazo a media altura que el arquero devolvió como pudo. Le quedó el rebote al delantero, quien esta vez sacó un zurdazo mordido que se fue por un costado.

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¿Las Chivas? Empezaron a lastimar por los costados, por la izquierda sobre todo. Palencia rotaba en todo el frente de ataque, mientras que Bautista se movía de un lado al otro para complicar a los defensores. Y Bautista, justamente, tuvo la apertura, con una entrada a mil por la izquierda y su definición se fue por arriba.

Hubo otra, tras una jugada colectiva para el aplauso. Palencia se sacó la marca de encima y la dejó corta para Morales, quien metió un zurdazo a la carrera que terminó en la tribuna.

Era un buen momento del partido. Porque iba uno y respondía el otro. San Lorenzo, a esa altura, jugaba con el libreto del Bambino Veira debajo del brazo: meta contragolpe. Salía Zabaleta, salía Coudet, salía Montillo... Uno y otro volante trataban de ser auxilio de Herrera, quien aprovechó su potencia para sacar a la luz los problemas defensivos que mostraban tanto Reinoso como Ramírez.

Los mexicanos dependían, casi obsesivamente, de alguna creatividad del pelado Bautista, quien hacía todo bien, pero ninguno de sus compañeros se le acercaba para descargar. Entonces, los intentos locales en su gran mayoría pasaban por centros cruzados, desde uno y otro lateral, que no hicieron otra cosa que simplificar la tarea de los centrales de San Lorenzo.

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Se agarró la cabeza el Bambino Veira y no era para menos cuando a los 35 minutos Herrera entregó muy bien en Coudet, quien quedó solo y ante la salida del arquero la picó. Parecía gol, pero la pelota se fue mansita junto a un palo.

Seguía San Lorenzo con el control del partido, pero en el arranque del segundo tiempo una decisión del árbitro, polémica por donde se la mire, produjo un brusco golpe anímico en ambos equipos. El delantero Bravo cayó dentro del área y la verdad es que no dio sensación de falta. El juez, sin embargo, cobró penal y Morales lo cambió por gol, con un zurdazo cruzado.

Tuvo el empate Michelini, con un cabezazo debajo del arco, pero la pelota terminó en las manos del arquero. Y en una contra llegó el segundo. Palencia corrió treinta metros y el arquero lo tocó abajo. Otro penal y otro gol de Morales.

San Lorenzo fue hacia adelante y encontró el descuento después que el árbitro Rezende imaginara otro penal. Fue García y adentro.

A puro coraje, el Ciclón atacó. Pudo empatarlo Herrera, con una bomba tremenda que el arquero descolgó como pudo del ángulo. Quedaba poco, muy poco, para salvarse de una derrota injusta, porque en el global de lo hecho por uno y otro, la paridad salta enseguida.

El amor propio no bastó (Pereyra estrelló una pelota en el travesaño, casi sobre la hora) para que San Lorenzo se llevara de México al menos un punto que mereció largamente. ¿Y ahora? Todo se complica, fundamentalmente lo que puede llegar a ocurrir con el Bambino Veira.