La brecha entre el campo y la góndola se amplía: un análisis del mercado agroalimentario argentino
En un contexto de creciente preocupación por los precios de los alimentos, un informe reciente arroja luz sobre la disparidad entre lo que ganan los productores agrícolas y lo que pagan los consumidores en Argentina. El estudio, realizado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), revela una situación compleja que afecta a toda la cadena de suministro alimentario.
El Indicador de Precios en Origen y Destino (IPOD) de julio muestra que, en promedio, los consumidores argentinos desembolsan 3,1 pesos por cada peso que recibe el productor. Esta cifra representa un aumento significativo en la participación del productor en el precio final, alcanzando un 35,7%, el nivel más alto desde diciembre de 2022.
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Sin embargo, esta aparente mejora para los productores se da en un escenario económico turbulento. La caída del poder adquisitivo ha provocado una disminución en la demanda de entre un 30% y un 40%. Esta situación ha obligado a mayoristas y minoristas a reducir sus márgenes de ganancia, especialmente en productos perecederos.
El panorama se complica aún más debido a factores climáticos adversos. Las heladas y el frío extremo han afectado la producción agrícola en todo el país, impactando directamente en la oferta y, consecuentemente, en los precios de los alimentos.
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En el sector frutihortícola, la brecha entre el campo y la góndola es aún mayor. Los precios de 19 frutas y hortalizas se multiplicaron por 3,6 veces, aunque esto representa una disminución del 20% respecto al mes anterior. Por su parte, en los productos de origen animal, los consumidores pagaron 2,9 veces más que lo recibido por el productor.
El informe destaca casos particulares que ilustran la complejidad del mercado. El limón, por ejemplo, experimentó un aumento del 9,4% en origen, pero una disminución del 2,4% en destino. Esta situación ha llevado a algunos productores a no cosechar, ya que los precios no cubren los costos de producción.
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La mandarina presenta un escenario similar, con un incremento del 37,4% para el productor, pero una caída del 10,4% en góndola. El exceso de oferta y la disminución del consumo han generado una crisis en el sector, con grandes cantidades de fruta que se desperdician al no poder ser procesadas por las industrias.
En contraste, productos como el brócoli muestran una menor brecha entre origen y destino. Las condiciones climáticas adversas han provocado escasez en el mercado, resultando en un aumento del 88,9% en origen y del 21,8% en destino.
Este complejo panorama pone de manifiesto los desafíos que enfrenta el sector agroalimentario argentino. La combinación de factores económicos, climáticos y estructurales exige una revisión profunda de las políticas y prácticas en toda la cadena de valor, con el fin de garantizar un equilibrio justo entre productores y consumidores.
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