Fiestas clandestinas: cada vez son más frecuentes y con mayor asistencia

Dicen que para muestra basta un botón. El de Mercedes creció y creció, hasta transformarse en un botón gigante. Pero cada vez hay más botones para mostrar.
Tal es el caso de una fiesta acontecida, también durante este fin de semana, en la localidad de Gonnet, tras una serie de operativos efectuados por agentes de la Municipalidad de La Plata y de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, clausuraron y desalojaron una fiesta clandestina en una vivienda de la localidad de Gonnet. También se secuestraron 14 vehículos en operativos de tránsito. Agentes de la Secretaría de Convivencia y Control Ciudadano corroboraron que en una vivienda ubicada en calle 487 entre 11 y 12 se estaba llevando a cabo un evento violando las medidas dispuestas en el marco del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, con la participación de más de 30 jóvenes y adolescentes y cerca de 15 menores de edad.

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También en La Plata, las fuerzas de seguridad de la provincia de Buenos Aires desactivaron en la noche del sábado dos fiestas clandestinas, con más de 450 concurrentes que incumplían con las medidas sanitarias en medio de la pandemia por coronavirus.
El Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, a través de la Dirección Provincial para la Gestión de la Seguridad Privada a cargo de Marcelo Montero y bajo la supervisión del director del Reba, Hernán Della Giovanna, en conjunto con el municipio local, lograron desactivar ambas fiestas, prohibidas de acuerdo al decreto del aislamiento social, preventivo y obligatorio.

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En Mar del Plata, cansados de las fiestas clandestinas, el municipio busca avanzar con el proyecto que triplica el valor de las multas. Este fin de semana, otra fiesta clandestina fue desarticulada en la ciudad feliz. El evento, que incumplía con el aislamiento social preventivo y obligatorio, se desarrolló en una vivienda ubicada en Lamadrid al 4600 y fue advertido por el municipio tras una denuncia que ingresó en la línea de whatsapp habilitada para estas situación. Cuando llegó la fuerza policial hasta el lugar, y después de más de 40 minutos sin abrir la puerta a las autoridades, alrededor de 40 jóvenes huyeron del lugar y solo 6 pudieron ser detenidos por la policía, entre ellos el propietario de la vivienda y otros 6, todos de entre 18 y 21 años.

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Pero la actividad “clandestina” no es exclusiva de los bonaerenses y se manifiesta a lo largo y ancho del país. En Salta, por ejemplo, en el marco de los operativos preventivos que se intensifican en todo el territorio provincial, la policía detectó y clausuró siete fiestas ilegales en diferentes localidades. Anoche, la Policía de la Provincia realizó intensos patrullajes preventivos, recorriendo distintos puntos de la ciudad y del interior, detectando fiestas clandestinas en Tartagal, Rosario de la Frontera, Joaquín Víctor González, General Güemes y en esta capital.
La pregunta que surge entonces es, ¿a que obedece la proliferación de estas “fiestas clandestinas”? ¿Será la falta de control preventivo de las autoridades? ¿Se llega tarde? ¿Se llega a todas?
En el caso de la fiesta de Mercedes, algunos se preguntan como fue que ninguna autoridad haya visto cuando transportaban las vallas que aparecen en las fotos de la fiesta, que no fueron pocas, y para lo que se necesita al menos un camión, que debe pasar por diferentes controles viales.
Otra situación que llama la atención esta referida al momento de la clausura. ¿Las autoridades tenían conocimiento previo del evento y le ordenaron a las fuerzas policiales que esperaran hasta la madrugada para hacerse presentes “sorpresivamente”, dejando que la fiesta evolucione? ¿Con que intención? ¿Para poder detener a la mayor cantidad de asistentes posibles? De ser así, hay que decir que solo pudieron identificar a 140 de 500 (los 360 restantes salieron corriendo a campo traviesa en el medio de la noche). Seguramente es mucho más sencillo que esto y las fuerzas del orden se habrán anoticiado del evento tras la llamada de algún vecino denunciando los “ruidos molestos”.
En cuanto a la actitud de los asistentes, ¿será el hartazgo, tras más de 220 días de cuarentena, lo que pone de manifiesto que le han perdido el miedo al Covid-19, o en todo caso, que encontraron una justificación para que valga la pena asumir el riesgo del contagio?
Avanza la primavera y se termina el año. El verano y las vacaciones están a un paso. La tensión entre “lo que debo hacer” y “lo que tengo ganas de hacer y hago”, crece, y las “fiestas clandestinas” son un termómetro a tener en cuenta.


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