Ante el estado en el que se hallan sus viviendas por el avance de las aguas, la Secretaría Municipal de Acción Social trasladó a los evacuados a distintos lugares. Algunos, incluso, fueron conducidos a la base de campamento del Parque Laguna Mulitas.
Los grupos familiares que viven en precarias condiciones son Salvatierra, Galúm y Jaime. Hasta que no se encuentre una solución a sus inconvenientes, la Comuna les proveerá alimentos y cubrirá otros menesteres.
Aunque las insuficiencias son muchas, la gente tiene gas, agua corriente y luz eléctrica. “La Municipalidad nos dijo que van a derrumbar nuestra casa (ubicada en calle 304-201 y 202) para que podamos construirnos otra en un terreno más apropiado”, dice José Salvatierra, sostén de una de las familias indigentes que accedió a uno de los planes laborales distribuidos por el Ministerio de Trabajo de la Provincia a través del Consejo Económico Social de 25 de Mayo.
Las carencias son muchas y concretas: entre ellas ropa, colchones, pañales y medicamentos. Marta Salvatierra toma un trozo de la caja que contuvo hasta hace días 50 cápsulas de IM 75 Montpellier (Indome Tacina) y no duda en solicitar ayuda. “Cuestan casi 30 pesos las pastillas y no tenemos dinero para comprarlas”, señala.
Sucede que Rocío (8) y Gustavo (9) requieren en forma imperiosa de este remedio para superar síntomas ocasionados por una afección renal. “Las cápsulas, apenas duran 20 días”, precisa Marta. Similar fue la actitud de Mónica Ortiz, madre de tres chicos, que necesita tomar Rivotril 2 miligramos. Actualmente, vive en calle 5-22 y 23.
Esta es -palabras más, palabras menos- la realidad que rodea a los argentinos y de la que nadie saldrá vivo con dádivas, limosnas y favores. “Los de abajo”, como diría el escritor mexicano Mariano Azuela, vuelven a poner en el tapete una cuestión excluyente que trasciende gobiernos y modelos económicos. La pobreza va en aumento y acompañada de una triste y condenable realidad: la desocupación.