El problema del manejo de la basura se remonta a cuando el hombre abandono el nomadismo
Los principales imperios de la Era Antigua, comenzaron a efectuar las primeras construcciones destinadas a la evacuación de aguas servidas y al depósito de residuos sólidos como medida para prevenir enfermedades.
Fue así como en el siglo VI a.C. Tarquino mandó a construir la “Cloaca Máxima” para la evacuación de aguas servidas desde el Foro Romano hasta el Río Tíber. Ya hacia el siglo I d.C, en el Valle de Kidrón, ubicado en las puertas de Jerusalén, se efectuaban actividades de compostaje y quema de los residuos; sin embargo estas técnicas nunca llegaron a expandirse a otras regiones.
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Durante la Edad Media, la basura era depositada ya sea en fosos o arrojada sobre la calle. Debido a que los residuos consistían principalmente en materia orgánica, su descomposición causaba fuertes olores y la aparición de vectores como roedores e insectos.
El surgimiento de la “peste negra”, transmitida por roedores, provocó la muerte de alrededor de la cuarta parte de los habitantes de Europa durante el siglo XIV. Esta situación obligó a tomar medidas sanitarias a nivel urbano, las que se vieron reflejadas en la construcción de sistemas de canalización y actividades de desratización.
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Durante la Era Industrial, los cambios en los hábitos de consumo de la población y el aumento de los residuos generados a partir de procesos industriales, hicieron que el problema de la basura cobrara otra dimensión.
Los desechos urbanos, tanto domésticos como industriales, comenzaron a ser transportados hacia los alrededores de pueblos y ciudades, para ser depositados en vertederos y sólo en ciertas ocasiones, cubiertos adicionalmente con tierra. Recién durante el siglo XX, comenzaron a utilizarse tecnologías para el manejo y disposición final de los residuos sólidos tales como las plantas de compostaje, de tratamiento térmico y los rellenos sanitarios.
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Las plantas de compostaje basan su proceso en la descomposición de materia orgánica para la obtención de compost, el cual puede ser utilizado con diversos fines agrícolas.
Las plantas térmicas, tratan los residuos en un proceso de tres fases: secado, quema y enfriamiento. Ciertos desperdicios son utilizados para construcciones viales y la fracción restante es depositada en rellenos sanitarios, que corresponden a obras de ingeniería, especialmente diseñadas para la disposición final de residuos “en forma definitiva y ambientalmente segura”.
Comúnmente, se tiende a confundir el concepto de relleno sanitario con el de vertedero o basural; sin embargo, ambos conceptos son diametralmente opuestos. Mientras los vertederos corresponden a áreas utilizadas para depositar residuos sin ningún tipo de diseño o planificación previa, los rellenos sanitarios corresponden a proyectos de ingeniería, planificados y construidos especialmente para el depósito de residuos considerando resguardos ambientales y sociales.
La estructura básica de un relleno sanitario consiste en un compartimiento sellado en su parte inferior. Como explicamos en notas adjuntas, los desechos son triturados y colocados en capas, las que son compactadas y cubiertas diariamente con tierra arcillosa.
Un relleno sanitario consta, además y como ya detallamos, de pozos de monitoreo de aguas subterráneas y una planta de tratamiento de lixiviados, entre otras estructuras complementarias.
Al término de su operación, el relleno sanitario es debidamente sellado por medio de una barrera superficial, la que debe impedir flujos de agua desde el ambiente hacia el compartimiento y de numerosos gases contaminantes en el sentido opuesto.
Las principales ventajas de un relleno sanitario radican en sus bajos costos de operación y mantenimiento, además de una inversión inicial comparativamente menor.
Por estas razones, se asegura, esta opción ha sido la más comúnmente utilizada por los países en desarrollo que buscan alternativas ambientalmente seguras y económicamente viables para la disposición final de sus residuos sólidos.
Pese a ser construidos conforme a exigentes estándares técnicos, estos rellenos no están exentos de riesgos. Dentro de los principales peligros, se encuentra la emanación de gases tóxicos como metano, óxidos de carbono, sulfuro de hidrógeno, amoníaco y mercaptanos, entre otros, por eso, explicaron ponen especial cuidado en el tratamiento de ellos. Esos compuestos, generados por los procesos de descomposición de los residuos, pueden ser aprovechados en forma de biogás, como lo hace Estados Unidos que luego lo comercializa.
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