El gaucho de ciudad que puso el cuerpo por la Fiesta Nacional de la Torta Frita

Cuando Juan Pablo López Baggio habla de la Fiesta Nacional de la Torta Frita, lo hace con una calidez que lo delata. Hay una emoción genuina en su relato, un compromiso que no se declama sino que se vive, año tras año, desde las entrañas del parque municipal de Mercedes. Aunque él mismo se defina con humor como un “gaucho de ciudad” y asegure que tiene “menos tierra que una maceta”, su andar pausado, su tono sereno y su amor por lo tradicional lo vinculan irremediablemente con ese universo criollo que se celebra cada año en nuestra ciudad.

Puede Interesarte:
Mercedes celebró a lo grande: miles de personas en los 25 años de la Fiesta de la Torta Frita
El camino de López Baggio en la fiesta comenzó en 2015, cuando fue convocado a la Secretaría de Gobierno de Mercedes tras la asunción de Juan Ignacio Ustarroz. En ese entonces, la dirección de Cultura y Turismo —áreas clave para las celebraciones populares— dependía de su gestión. Fue entonces cuando se enteró que Enrique “Quique” Núñez, uno de los pilares de la fiesta, había decidido dar un paso al costado tras el fin del mandato del intendente Carlos Selva. Sin dudarlo, López Baggio se acercó a la tapera de El Estribo, donde Quique tiene su agrupación gaucha, y lo convenció de seguir adelante. Le propuso redoblar esfuerzos. Aquel gesto fue el inicio de un compromiso personal que, diez años después, continúa tan vigente como el primer día.

Puede Interesarte:
150 años del Club Mercedes: el decano deportivo del país
Este 2025 la Fiesta de la Torta Frita celebró su 25° edición, un aniversario cargado de historia y emoción. Fue Fernando Luna quien, dos décadas y media atrás, ideó este homenaje a los excombatientes de Malvinas, buscando poner en valor la gesta y la memoria desde un gesto tan argentino como compartir una torta frita. Lo que empezó como un tributo se transformó en una de las celebraciones más tradicionales de la provincia de Buenos Aires. Con más de cinco metros de diámetro, la torta frita más grande del mundo se fríe en 3100 kilos de grasa, una proeza técnica y simbólica que no sería posible sin el esfuerzo conjunto de cientos de voluntarios y trabajadores municipales.

Puede Interesarte:
Zubeldía lanzó su espacio con un fuerte mensaje: “No tenemos padrinos, tenemos vecinos”
Para López Baggio, el evento es mucho más que una cita anual. Es una muestra cabal del esfuerzo colectivo, de cómo una comunidad se une para mantener viva su identidad cultural. “Para estar en la fiesta hay que quererla”, afirma. Y no lo dice por decir. Habla del estrés, de las críticas, de las horas interminables de preparación que empiezan en enero. Desde conseguir la grasa —donada por frigoríficos de San Andrés de Giles— hasta el picado, traslado, derretido y almacenado. Habla del armado del sartén y de la mesa de amasado, que requiere retoques constantes. Nada es improvisado: cada detalle se piensa con meses de antelación.
Y detrás de cada edición están también los nombres que no siempre se ven. Además de Quique, menciona con gratitud a Fátima, Amanda, Tati, y especialmente a Lolo y Chuqui Lucero, sus compañeros incondicionales en este proceso. “Todos queremos mucho a la fiesta”, insiste, dejando en claro que detrás del show hay una red de afectos, de responsabilidades y de pasión por lo propio.
La fiesta, para él, es también una plataforma de desarrollo local. Más de 400 familias mercedinas encuentran en ella una oportunidad para ofrecer productos, mostrar oficios, compartir talentos. Artesanos, emprendedores, artistas y gastronómicos forman parte de esta rueda virtuosa que convierte a Mercedes en una de las plazas festivaleras más importantes del país. Para el turismo local, el impacto es innegable.
Su vínculo con el campo, aunque más simbólico que literal, nace en su infancia. En su casa se escuchaba milonga campera, música nativa. Esa cercanía cultural lo llevó a abrazar desde joven el tradicionalismo, una elección que sostiene con convicción. “Siempre hablé de cuidar la soberanía cultural”, dice. Y se refiere a algo más profundo: a defender aquello que nos identifica, que nos hermana como comunidad, que permite construir proyectos comunes y rechazar las grietas que fragmentan.
En esa mirada, las fiestas populares ocupan un rol clave. “Son una pequeña muestra de lo que significa tener esfuerzos compartidos para vivir mejor entre todos”, sostiene. En Mercedes, asegura, esa idea se entendió con claridad. Y esa comprensión, ese espíritu colectivo, es lo que lo enorgullece. Por eso, cada año vuelve a estar al pie del sartén, entre aromas de grasa caliente, con la misma entrega de siempre. Porque para López Baggio, celebrar la torta frita es también una forma de defender la patria.

Tu apoyo hace la diferencia
Si valorás nuestro trabajo, sumate a quienes apoyan el periodismo independiente.
Tu aporte nos permite seguir informando con compromiso y rigor.
Tu apoyo hace la diferencia
Si valorás nuestro trabajo, sumate a quienes apoyan el periodismo independiente.
Tu aporte nos permite seguir informando con compromiso y rigor.

Seguinos y no te pierdas de nada