Acid Candy: La logica del ombligo
POR ACID CANDY
Terminó la encuesta con un rotundo respaldo a la formula Fernandez-Fernandez, o – también – con un rotundo rechazo a la fórmula Macri-Pichetto. Se cerró un primer round carísimo, en donde gobierno y oposición cargaron tantas tintas que sus consecuencias son muchísimo mas riesgosas que lo que deberían haber sido.
Y todos, absolutamente todos los argentinos de bien que votamos, o sea, el 99% de los argentinos que votamos (el uno por ciento restante es candidato a algo), estamos en medio de una guerra de egos y de personas que toman decisiones mirándose el ombligo.
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Cuando dentro de muchísimos años los historiadores estudien este momento de la vida, las crónicas dirán que, así como los setentas fue una década dominada por la irracionalidad del derramamiento de sangre (a estos efectos no importa si la sangre era de los conscriptos formoseños que murieron en el ataque montonero, de activistas guerrilleros desaparecidos, de militares mal paridos o de vecinos que estaban en el lugar equivocado en el momento errado), esta será la década de los ombligócratas; si, un arsenal de líderes políticos tomando decisiones mirándose el ombligo, sin importar los relatos, sin importar las personas.
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De un lado, empecemos por los perdidosos, un Presidente buscando una reelección desde lo mas profundo de su ombligo, sin entender que lo mejor que podría haber hecho por la Argentina era dar un paso al costado. Si como sostuvo y sostiene, sus políticas – incluso dolorosas – son las necesarias para sacar al país adelante, hecho el laburo sucio, debió haber permitido que asomara una nueva dirigencia para tomar la posta y llevar a la Argentina al otro lado del rio y pasar a la historia como el Presidente que hizo lo que había que hacer. Lejos de eso, abrigado por Marcos Peña y su equipo de tecnócratas, eligió perpetuarse, ir por un segundo mandato, creyendo que la gente había entendido que solo del esfuerzo salen los resultados más duraderos. Duro aprendizaje para él, que anoche se habrá dormido preguntando: “ombliguito, ombliguito, en la interpretación de la voluntad popular, quien es el mas desacertadito?.
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Del otro lado, Fernandez-Fernandez, que sigo sosteniendo que es, “Alberto al gobierno, la Cámpora al poder”. Si, Alberto como caballo de Troya de CFK para perpetuar su ombligocracia hasta el infinito y mas allá. Nutrido del voto antimacrista, del voto enojado por el esfuerzo que Macri pidió al pueblo, del argentino desencantado, Alberto cerró este primer round con un resultado que cuesta pensar que sea reversible. El hambre pudo más que el desprecio por el saqueo, y el treinta por ciento de la población que define elecciones (ese porcentaje que no está casado con nadie), se inclinó más por castigar la política económica del actual gobierno, que por condenar la corrupción del gobierno de CFK.
Es que quitando los núcleos duros de ambos bandos en pugna, es decir, quitando al globoludo y al militonto, el resto de los ciudadanos quedamos en medio de las pelusas de ombligo de Macri y CFK. El primer caso, Macri, exceso de ego y de falta de entender que el esfuerzo y el acompañamiento se termina cuando el día 25 ya no hay plata para el supermercado; imposible pedirle mas esfuerzo y paciencia a alguien que deslomándose laburando, no llega a fin de mes. Ojo, no hablo del folklore (real o imaginario) del “planero con pijama K que se despierta a las 15:00” porque conozco amas de casa, votantes de Cambiemos, que se disfrazaron de monotributistas para acceder a planes sociales también. O sea, la argentinidad que tanto nos cuesta.
Del otro lado, la pelusa de ombligo de CFK, apremiada por los procesos judiciales en donde se podrán cuestionar algunas causas (dólar futuro, Memorándum con Irán), pero – en su gran mayoría -, son causas en donde la prueba acumulada incluye, por ejemplo, la confesión del contador personal de CFK, la persona que conoció sus números mejor que ella misma. Si la justicia se rinde, una vez mas, ante el poder ejecutivo de turno, ahí sí que estamos perdidos. CFK, apremiada por su situación, y con el relato de un pueblo que perdió la felicidad, en lugar de la verdadera grandeza republicana que habría sido bajarse para permitir que el peronismo federal se forme como fuerza política, eligió cuidar su ombligo. Entonces, quienes renegamos de militontos y globoludos, quedamos en el medio teniendo que elegir mas por espanto que por amor.
Una sola movida podría revertir la actual situación, pero me temo que no va a ocurrir, porque para que ocurra, deberían tener que dejar de mirarse el ombligo. La única manera que veo de que en octubre las elecciones tengan un desenlace diferente al que se proyecta con el resultado de las PASO, es que Macri decline su candidatura y que, reconociendo su techo, expresamente sugiera a todo su caudal de votantes, que le pongan el voto a Lavagna. De tal modo, Lavagna (por las propias y con los “republicanos” de Macri) automáticamente alcanzaría un porcentaje en torno al 40% y, al salirse de la lógica del “voto-espanto”, seguramente Lavagna tomaría 4 o 5 puntos de Alberto, con lo que automáticamente quedaría por encima de él para las presidenciales de octubre. Entretanto, los mercados se calmarían y Macri podría tomar las últimas medidas duras que Lavagna necesita (como en su primera etapa cuando las medidas las tomó Remes Lenicov), para que la Argentina termine de cruzar el Rubicon.
La “grandeza” de CFK es mera “pequeñeza” en defensa propia. Hace falta real grandeza; CFK no la tuvo, Macri aún está a tiempo de tenerla; debería tener en cuenta que gran parte de los argentinos, cuando vota, también lo hace mirándose el ombligo.
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