“Me ilusiona ser el cinco de la Selección”
La ilusión nunca se pierde. Pasé mucho tiempo en las Juveniles, así que el predio de Ezeiza ya lo conozco, je. La verdad es que la llegada de Basile me entusiasma. Sé que a él le gustan los jugadores con buen pie y eso motiva. Lógicamente que soy consciente de que debo mejorar mucho, pero me ilusiona ser el cinco de la Selección”. Está allá, bien lejos, a más de miles de kilómetros de Buenos Aires, pero el corazón y la cabeza los tiene acá. Lucas Biglia, titular indiscutido en el Anderlecht de Bélgica, pasa por uno de sus mejores momentos. Fue elegido futbolista revelación de la liga belga por la Federación de aquel país, tiene varias ofertas para continuar su carrera en España y claro, le sobrevuela por la cabeza, el sueño de integrar la Selección. “Trato de estar tranquilo y pensar en el equipo, pero obviamente que el hecho de venir a Bélgica lo tomo como un trampolín para pasar a una liga más importante de Europa. Tuve la suerte de jugar la Champions League. Ojalá en junio se dé”, le cuenta el mediocampista, ex Argentinos e Independiente, a Olé.
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—¿Cómo fue lo del premio?
—Estaba en mi casa, en Buenos Aires, disfrutando de las vacaciones con mi familia y vino un periodista de Bélgica, especialmente para contarme que me iban a entregar un premio. Cuando volví, me invitaron a una fiesta y me dieron el premio al jugador revelación del período junio a diciembre de 2006. La verdad es que es algo que no esperaba conseguirlo en tan poco tiempo.
—¿Es muy difícil vivir en Bélgica?
—No sé si difícil. Es un país muy tranquilo. A las seis de la tarde ya es de noche, pero me acostumbré a cenar tipo 19.30. La gente de acá es muy fría, respetan mucho las leyes, son muy ordenados. Eso lo noté más que nada con el tránsito.
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—¿Cómo es eso?
—Tienen radares en todos lados. Una vez me comí una multa por exceso de velocidad. Acá cumplen todo. Si cruza la gente, el auto para, no es como en la Argentina.
—¿El vestuario es muy diferente al de Argentina?
—Es un vestuario muy frío. Mirá, terminan de entrenar y se van todos enseguida. Lo mismo si perdemos un partido. Ellos lo toman como un trabajo. A veces, nos quedamos pateando con Nico Pareja y Frutos (NdeR: son compañeros de equipo), pero siempre estamos más solos que un perro, je.
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—¿Allá se concentra?
—Sólo de visitante. Cuando jugamos de local, no. Es una costumbre que tienen y la respetan hace muchos años. Pero el jugador no hace locuras, eh. Se queda en la casa, descansando.
—¿Qué cosas extrañás?
—Y... El asado, tomar mate con los utileros. Y también el aliento de la hinchada. Acá son muy frías, la gente viene a ver un espectáculo.
—¿Te dedicaron alguna canción?
—Una sola. “Ale, ale, ale, Biglia, Biglia”. Son un desastre cantando, je.
—¿Qué hacés en tu tiempo libre?
—Tratamos de juntarnos mucho con los chicos argentinos y salir a pasear un poco, aunque tampoco es que hay muchas cosas para hacer, je. Igual, acá cumplí un sueño, eh.
—¿Cuál?
—Cambié la camiseta con Kaká, la del Milan. Es un jugador que siempre admiré y fue algo hermoso cuando me llegó su casaca. Lo habíamos arreglado de antemano, en el túnel, cuando los jugadores salíamos al campo de juego. Después yo se la mandé al vestuario y me llegó la de él.
—¿Le recomendarías a un futbolista que vaya a jugar a Bélgica?
—Sí. Es un fútbol muy bueno, fuerte y bastante parecido al inglés. Si se rinde bien acá, puede servir como etapa previa para después pasar a la Liga española o italiana.
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