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Finalmente María Julia recuperó su libertad. Y esta liberación sorpresiva de una de los personajes paradigmáticos del menemismo obligó a la clase política a salir a condenar y cuestionar esta decisión del Tribunal Oral Número 6.

Por Marcelo Melo

Solo unos pocos amigos, integrantes de la UCD y el menemista Kohan, salieron a defender la postura del tribunal, hablando de la independencia de Poderes.
La pregunta que deberíamos hacernos es si esa condena es real o solamente una postura mediática.
En realidad, la misma María Julia sostiene que nada de lo que dijo en estos últimos días en los medios es nuevo, sino que solo reiteró lo que ya había declarado ante la Justicia, levantando así la sospecha sobre un posible pacto de silencio que involucraría a ex funcionarios, algunos integrantes actuales del gobierno.
Con esta irrupción en la opinión pública, la ex funcionaria pasó de ser la peor de todas, a una especie de arrepentida, a la que se escucha con atención.
Para pedir que por fin la dejaran en libertad, María Julia Alsogaray se comparó con Carlos Menem. Les preguntó a los jueces cómo podían dejarla presa a ella, que siempre manifestó un “acatamiento pocas veces visto” a las citaciones judiciales, mientras el ex presidente se mostró “renuente” y oportunista cada vez que lo llamaron de Tribunales. El argumento fue tan convincente que, así como a Menem lo eximieron de prisión en diciembre pasado, María Julia fue excarcelada el miércoles con una simple caución juratoria. Primero se contrastó la conducta de la ingeniera con la de “otras figuras públicas”. Después lo dijo con nombre y apellido: “Nótese la muy distinta actitud asumida por Carlos Menem, que desde el país vecino (Chile) no hizo más que elegir el momento y condiciones para acudir a las convocatorias jurisdiccionales (...) y, pese a esa renuencia, goza de su libertad”.
Es cierto, María Julia no dice nada que no hayamos sabido o deberíamos saber. Hace años que los sobresueldos y el enriquecimiento ilícito de la era menemista son investigados por la justicia.
Lo significativo es la oportunidad en que la justicia aplicó para María Julia la presunción de inocencia, derecho constitucional del que gozamos todos los ciudadanos. ¿Es qué dejo de ser peligrosa? ¿O tal vez, su aparición pública abrió la posibilidad de que mencione otros nombres, otros funcionarios, otros poderes del Estado?
María Julia Alsogaray, es el engranaje de un sistema muy bien organizado para lucrar con el poder.
Un sistema que aún no se ha desterrado porque sirve para sostener un “estilo” de hacer política. Un sistema en el que la presunción de inocencia y la independencia de poderes, son funcionales a ciertos intereses que no conducen a los intereses de los ciudadanos comunes, a los que generalmente se les aplica con rigor la espada de la justicia.

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