Matías Dematei: “Este espacio político se transformó en una secta. No quiero ser más parte de esto”
“La verdad, realmente, que no puedo creer. Primero, porque no tengo miedo, no tengo nada que ocultar y soy lo que todos ven cuando caminan por las calles de la ciudad, cuando camino por la calle, cuando voy en bicicleta, cuando me ven. Me indigna realmente al grado de obsecuencia que puede llegar una persona sobre un dirigente, sobre un espacio político. Siendo capaces de difamar, divulgar, ensuciar con mentiras completamente a una persona, porque esa persona piense distinto, se haya dado cuenta que lo que creía que era, no era, que realmente haya abierto los ojos y haya visto diferente las cosas a lo que creía, porque esa persona realmente se está sintiendo incómoda, le molesta el verticalismo a esa organización, que en realidad no deja libertad de pensamiento. Que hay un líder que hay que mirar de abajo hacia arriba cuando cree que somos todos iguales y se llena la boca diciendo somos todos iguales. Realmente, esa persona para ese grupo pasa a ser que ese espacio político se transformó en una secta. No podés pensar distinto. Y no, yo pienso lo que me parece y quiero opinar y quiero hacer. No, bueno, por eso no quiero ser más parte de esto”, dice enfáticamente Matías.
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“Y por no ser más parte de esto, pasás a ser un enemigo que te enterás a través de un amigo, que miembros de esa secta le dijeron: decirle a Matías que no hable más, porque nosotros vamos a mostrar esto, lo otro. Pueden mostrar todo lo que quieran, todo, todo, todo, todo. No tengo nada que ocultar. Muéstrenlo, está buenísimo mostrar todo lo que quieran. Cuando uno no tiene que ocultar nada, lo pueden mostrar todo. Y uno que no tiene que ocultar, también, puede decir realmente lo que siente, porque es libre. No me manda un jefe, y no me manda un jefecito. Pero no mientan, no digan cosas, por decir, para adular nada más. Lo último, porque ya hice largo, bueno, todo eso es el ámbito de la política, que no admiten los que son fanáticos, que nadie piensa distinto, que nadie se exprese distinto. No pueden entender que somos libres de pensar y que no los puede mandar nadie. Acepten que uno diga no quiero ser parte de esto, no me gusta, hay que aceptarlo. Me dejó de gustar, no quiero estar acá. Y por eso no tiene que ser odiado ni nada por el estilo”, agrega Dematei.
“¿No es que el amor vence al odio? Bueno”, se pregunta finalmente.
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