Le exigen dinero e intentan secuestrarle a su pequeña hija
Raquel Asteazarán relató así a La Mañana cómo fueron los hechos: “Era cerca de las 3 de la mañana, mi hijita estaba descompuesta por eso estaba levantada con ella y siento que me llaman, ´Ma, soy Co...´. todos mis hijos tienen apodo, uno de ellos es “El viejo”, “Pachu” y “Co”. La voz era igual a la de mi hijo Co y me dijo además, ´estoy con ´Pachu´. Esperá, le dije y abrí la puerta pero me fui al baño a llevar la nena y de ahí a acostarla. La dejo en la cama y cuando me doy vuelta me dice, ´...quiero el maletín...´.
Continuó relatando: “Como veo que está sacando cosas, le digo, ´Co qué hacés con el equipo? ...y cuando veo que no es mi hijo, pensé ´tragáme tierra qué hago´, estaba sola con la nena. Me dice, ´quiero el maletín con tanta equis cantidad de plata, que era de un seguro que cobró hace un tiempo mi hijo. Cómo lo saben, no sé...además a esa plata la cobró hace varios meses cuando tuvo un accidente y recién ahora, la buscaban. Forcejée con él...por supuesto que en el maletín no había plata, sólo papeles de mi hijo, nada más. Entonces le empecé a pegar con el maletín y ahí me dijo, ´bueno, si no tenés la plata, me la conseguís en media hora o voy a llevarte a tu hija”.
“Le continué pegando con el maletín, mientras me tomaba de los brazos para que suelte la nena y me lastimaba con un elemento cortante que no alcancé a ver...y en un último intento de defenderme, tiré la nena debajo de la cama y ella, pobrecita se quedó ahí, llorando. Le tiré con el ventilador y le pegué en la espalda y con una silla....Entonces salió de la habitación y pude ver que tenía una media cancán en la cara que lo cubría, yo apenas pude romperla, tenía piel trigueña oscura y una voz ronca, vestía un pantalón camuflado y una remera con mangas cortadas. Había otro de campana afuera que le decía, ´no la lastimes, no le hagas nada, porque si llega a saber ´el viejo´ nos mata, no sé si lo dijo por mi hijo...ese tenía una voz como de mascarita tal vez la distorsionaba y no quería entrar, tenía tatuado un ancla, no sé si en el brazo izquierdo o derecho”.
Raquel dijo que esos minutos fueron interminables: “Lo único que le gritaba era, llévate todo lo que quieras pero a la nena no. Fue algo que pasé y no quiero volver a pasar nunca más, es tremendo...”.
Cuando los sujetos escaparon, ella corrió a pedir auxilio a la propietaria de la vivienda que vive delante de la casa que habita Raquel y a la cual el alquila. La misma está ubicada sobre avenida Moreno entre Emparanza y Bozán.
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