El FMI asegura que quiere colaborar con la Argentina
El director gerente del FMI, Rodrigo de Rato, advirtió ayer que la Argentina se enfrenta a desafíos presupuestarios muy grandes y reiteró que el organismo está dispuesto a colaborar, aunque aclaró que la decisión de discutir un nuevo acuerdo es responsabilidad del Gobierno nacional. Por ese motivo planteó que la propuesta de un nuevo pacto debe provenir de un pedido de la administración de Néstor Kirchner.
La máxima autoridad del FMI explicó que, tras la reestructuración, la deuda pública de la Argentina es el 78% del PBI, lo cual -sostuvo- “pone al país frente a un desafío presupuestario muy importante”.
De Rato formuló declaraciones a la prensa en Nueva York. Durante su diagnóstico de la actualidad, enfatizó: “cualquiera que siga la situación argentina, desde hace no mucho tiempo, se da cuenta de que los desafíos son muy importantes”, aunque reconoció que esa situación es muy diferente de la que generó la crisis de fines de 2001. “La sociedad argentina ha hecho un tremendo esfuerzo para salir de una situación muy crítica”, destacó.
Luego de un período de tirantez, la relación entre la Argentina y el FMI se distendió el último fin de semana a partir de la participación del ministro de Economía, Roberto Lavagna, en la Asamblea de primavera del organismo. Durante su estada en Washington, el jefe del Palacio de Hacienda se reunió con De Rato y con el titular del Tesoro de los Estados Unidos, John Snow, y les habría presentado la estrategia de la Argentina para atender la situación de los acreedores que no aceptaron el canje de deuda.
Tanto el FMI como el Banco Mundial y el Grupo de los 7 presionaron para que el Gobierno especifique los pasos que seguirá en ese aspecto, aunque sin exigir una reapertura de la operación.
En principio, trascendió que el Gobierno estaría dispuesto a discutir una alternativa para los hold out (los bonistas que no cambiaron sus bonos impagos) una vez que se realicen las elecciones legislativas de octubre.
Snow intercedió por la Argentina -en la reunión del FMI en Washington- y logró torcer la opinión contra el país del grupo más intransigente dentro del G-7, encabezado por Italia y por Japón, y secundado por Inglaterra y Francia, que reclaman aumentos de tarifas de los servicios públicos.
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