EL CASO “TATO” ISOLA - SE ESCUCHARON LOS ALEGATOS EN EL JUICIO A TOMAS VICENTE
El próximo lunes a las 9.30, el Tribunal Criminal N° 2 del Departamento Judicial de Mercedes dará a conocer su fallo en el juicio que se le sigue a Tomás Vicente por la muerte de Pablo “Tato” Isola, el joven del barrio El Trébol asesinado en la madrugada del 17 de marzo de 2001 frente a la Escuela Comercial.
Ayer martes fue el día de los alegatos. La Fiscalía, a cargo del doctor Juan Manuel Mastrorilli, pidió catorce años de prisión para el imputado por considerarlo responsable del homicidio de Tato; el abogado defensor, doctor Pedro Ventricelli, solicitó la absolución.
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Al inicio de la audiencia, el tribunal -integrado por los doctores Fernando Bustos Berrondo, Graciela Larroque y Alejandro Caride- escuchó la declaración del testigo Luis Olivares, quien había estado ausente el jueves de la semana pasada en la primera jornada del juicio.
La Fiscalía entendía que su testimonio era clave debido a que, junto a su novia, Olivares habría intercambiado algunas palabras con Vicente en la madrugada que Tato fue asesinado, y luego, al día siguiente, lo habría ido a buscar a la pizzería cuando éste ya se había retirado.
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Olivares declaró por espacio de diez minutos, y, a grandes rasgos, contó una versión de la historia que coincidió con la que su novia contó la semana pasada. No hubo muchas preguntas para él.
Seguidamente, en su exposición, el fiscal Mastrorilli detalló el recorrido que Pablo Isola realizó poco antes de ser asesinado, y el itinerario de Tomás Vicente esa misma noche, de acuerdo a los testimonios que se escucharon en la jornada del jueves.
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De este modo, procuró probar que el imputado estuvo en el lugar del hecho a la misma hora en la que se escucharon las tres o cuatro detonaciones que mataron a Tato. Y que los datos dispersos en las distintas declaraciones de los testigos coincidían, tanto en los horarios mencionados como en los hechos narrados, con la columna vertebral de la tesis esgrimida por la fiscalía.
Por otro lado, se refirió a las pruebas presentadas por los peritos que actuaron en el caso, y se esforzó en que prevalecieran las escasas coincidencias encontradas en los estudios. Esto pese a que los científicos que actuaron en representación de Gendarmería Nacional no dieron ninguna certeza de que las balas halladas en el cuerpo de Tato hayan sido disparadas por el arma que la policía le secuestró a Tomás Vicente.
Por su parte, el abogado defensor del imputado descartó que el móvil del asesinato haya tenido que ver con un robo, debido a que en un hecho de esta naturaleza es común que los protagonistas hablen o al menos digan algo. De acuerdo a los testigos, en el silencio de esa noche sólo resonaron suelas de zapatillas corriendo sobre el asfalto y luego las tres o cuatro detonaciones. “Nunca un robo se produce en absoluto silencio”, argumentó.
Luego mencionó la presencia de un vehículo en la escena del crimen que fue visto por al menos tres testigos. Dos de ellos (Luis Roca y su hijo Luciano) hablaron de un Ford Taunus de color claro que se desplazaba por el lugar del hecho inmediatamente después de que sonaron los disparos. Mientras que Javier Reigada afirmó haber alcanzado a divisar un Peugeot 306 gris.
Nadie dijo haber escuchado una moto (Vicente se trasladaba en una Suzuky 110) escapando de la escena del crimen. De modo que, según el abogado defensor, la presencia del imputado en el lugar del hecho no pudo ser probada.
Es más, Ventricelli afirmó que el recorrido que hacía Vicente todas las noches para regresar a su casa tiene una lógica inevitable, y que haberse desviado hasta Güemes e Hipólito Irigoyen (donde Tato fue asesinado) carece de todo sentido, dado que para llegar a su domicilio -situado en un establecimiento rural cercano al barrio Loreto de nombre “Las nenas"- tenía necesariamente que salir por la ruta 5, y para esto le bastaba con tomar Dr. Muñiz, Avenida España o Avellaneda y luego Lorenzo Casey.
ANTES LA DUDA, AHORA LA CERTEZA
Ventricelli relativizó las declaraciones de Telma Castro, quien testificó que la noche en la que ocurrió el asesinato Vicente le había dicho que había matado a una persona.
En ese sentido, se preguntó la forma en la que Castro irrumpió en el caso Isola como una testigo clave del hecho. Y recordó que la joven fue localizada por “gente que no tenía nada que ver con la investigación judicial y tampoco con la investigación policial”, como el director del diario Tribuna del Pueblo, Ricardo Rocha.
Para Ventricelli, quienes se ocuparon de dar con Castro estaban interesados en que el hecho fuera esclarecido con urgencia y, al mismo tiempo, en que apareciera un culpable.
Afirmó, además, que el careo entre Vicente y Castro sirvió para desenmascarar al imputado “en alguna cuestión que hubo ahí”. Y también para dejar expuesta la “timidez” y la “inseguridad” de la testigo en el momento en que repitió que el acusado le había dicho que había matado a una persona.
Un punto clave del alegato fue la observación realizada respecto de la conducta que se le atribuye a Vicente luego de la muerte de Tato. “Nadie que mata a una persona se queda en el lugar para ver si puede armar una coartada, cuando no había absolutamente nadie, cuando tenía una salida fácil porque estaba a tres cuadras del paso a nivel que lo sacaba a la ruta y lo conducía a su casa”, dijo. Y apeló a la experiencia del tribunal para tener en cuenta este argumento.
A la vez, sostuvo que los horarios brindados por Castro y utilizados por la fiscalía para precisar su exposición son materia discutible, “carente de todo sustento real”, dijo. “Acá la única certeza que hay es que el hecho ocurrió entre las 4.35 y las 4.30”, agregó.
En cuanto a las pericias balísticas, dejó en claro que los resultados obtenidos no demuestran que la bala que mató a Tato haya salido del revólver calibre 22 que, la noche del crimen, Vicente llevaba en el bolsillo de su campera. “Por los mismos elementos que el perito (Luis) Banegas asegura que ése era el proyectil que mató a Isola (por el sentido de giro de la bala), el perito Juan Alfano dijo que hay innumerable cantidad de armas, independientemente de la marca comercial, que podían dejar la misma marca”, sostuvo.
Por último, subrayó que si bien en un principio no se opuso a la detención de su defendido debido a que consideraba que la Justicia había actuado correctamente sobre la base de las pruebas con las que la causa contaba hasta ese momento, a esta altura de los hechos la certeza de que Vicente es inocente no admite otras lecturas. Sobre todo teniendo en cuenta que, en ningún momento del juicio, quedó claro el móvil por el cual su defendido habría matado a Isola.
“Yo creo que se terminó la etapa de la sospecha y empezó la etapa de la certeza”, afirmó. Y luego de invocar el beneficio de la duda solicitó la libre absolución de Vicente.
LA FISCALIA ARGUMENTA
Para el fiscal Mastrorilli, sin embargo, no es verosímil el hecho de que Vicente se haya visto obligado a frenar la moto en el momento en que fue agredido por dos peatones en plena calle, de acuerdo a su declaración. No sólo porque hubiera podido seguir su camino sin ponerse en riesgo, sino porque llevaba consigo un revólver para defenderse y esto le permitía contar “con las de ganar”.
No obstante, el jueves Vicente declaró que no le quedó otra alternativa que frenar dado que estaba en una curva y que en ese momento había disminuido la velocidad para doblar.
Asimismo, no coincidió con la opinión de Ventricelli respecto de la actitud de Castro en el careo, ya que para él el desenvolvimiento de la mujer fue “suficientemente firme”. Y aseguró que tanto el
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